04 agosto 2013

27-07-13 Madrid-Dubai-Johannesburgo



Por una vez empezamos un viaje sin pegarnos una paliza de falta de sueño… o casi.
Tras salir a las 10 de la noche de Madrid, y un vuelo bastante cómodo, aunque no muy largo (me refiero para dormir en el avión, solamente seis horas y media de las cuales dormí poco más de tres…) aterrizamos en Dubai a las 7 de la mañana hora local. Pasamos rápidamente el control de aduanas, una cola escasa comparada con la hora larga que nos tiramos mi madre y yo cuando estuvimos en diciembre, y en el mismo aeropuerto, en una cafetería de la cadena Costa, desayunamos. Aquí no cambié nada de dinero, todos los gastos que hicimos (el desayuno y los billetes de metro) los pagué con la tarjeta. Aunque intentamos alargarlo lo que pudimos, ya que hasta las diez de la mañana no abren las tiendas, se nos hizo la hora de ir al Dubai Mall, el destino de nuestra excursión en la escala de 7 horas que teníamos en Dubai. La otra opción era haber estado solamente tres horas y media, y haber llegado tres horas antes a Johannesburgo (J’burg a partir de ahora), pero realmente el llegar a las cinco de la tarde respecto a las ocho no nos hubiera permitido hacer ninguna cosa, no hubiera supuesto ninguna ventaja, así que alargamos la escala para que Adela se pudiera hacer una pequeña idea de lo que es Dubai. La primera idea, antes de aterrizar, es cuando el piloto dice que a las siete de la mañana tienen 33º. Afortunadamente todo está preparado para que no tengas que salir a la calle para nada, incluso pasamos algo de fresco, que tienen el aire acondicionado a toda leche.
Tardamos poco más de media hora en llegar en metro a la estación del Dubai Mall, y desde allí han construido (cuando estuve con mi madre o bien no estaba hecho o bien no lo supimos encontrar) un pasillo con cintas mecánicas que te llevan hasta el propio mall. Efectivamente, llegamos pronto y aquello estaba bastante triste, todo vacío. Pero según pasaba el tiempo e iban abriendo las tiendas, aquello tampoco se llenaba. Resulta que estaban en el ramadán, y vimos en algún cartel que por ley no se puede comer ni beber nada en público, así que todos los restaurantes, cafeterías, heladerías y chiringuitos varios estaban cerrados. Y como la gente se acuesta tarde, porque es cuando pueden comer, pues se levanta tarde,  y todo estaba vacío. 



Pero bueno, la excursión mereció la pena. Nuestra primera visita la hicimos al acuario, donde te puedes pasar las horas muertas viendo la cantidad y variedad de especies… Y luego a callejear y perderse. Estuvimos en la zona del zoco, muy bien ambientada aunque un poco artificial; en el pasillo de la moda, con su supermoqueta y sus superbaños; en la pista de patinaje sobre hielo, donde la temperatura descendía todavía más… Según los letreros estaba prohibido que las mujeres fueran en camiseta de tirantes, como la que llevaba Adela. Y como hay gente que pasa, pues yo creo que les obligan a taparse poniendo el aire acondicionado a tope. Así que o te cubres, o te quedas pajarito.
Y bueno, llegó el momento temido de salir al exterior, a hacer una foto al Burj Khalifa. Cuando preguntamos por la salida el hombre de información nos advirtió que habría como 37º (y un montón de huesos…), pero al fin y al cabo, tres días antes en casa habíamos tenido 34º. Cuando llevábamos un rato fuera se aguantaba más o menos bien, pero eso sí, la bofetada que nos pegamos recién salidos del fresquito al calor… te deja un poco p’allá… Encima nos encontramos con un indio (o paquistaní, o de Bangladesh… vamos, del subcontinente indostánico) que quería que le hiciera una foto en la que saliera él entero y la torre entera. Yo le dije que o uno o lo otro, que con la mierda de compacta que tenía, imposible (bueno, lo de mierda de compacta no se lo dije, pero lo pensé). Y el tío erre que erre, que le hiciera otra, que no le gustaba, que así no, que asao… y repite, y otra más… Hasta que el tío se aburrió y pensó que yo no daba para más… Así que el ratito de tomar foto y pa dentro se convirtió en un cuarto de hora pasando calor… Y luego al revés. Después de estar un rato al calor, que estás casi acostumbrado, al entrar otra vez, helado perdido…


Y nada, después de deambular cerca de cuatro horas por el mall, de vuelta al aeropuerto, donde todo se nos dio fenomenal, control de pasaportes, aduanas, preguntar por cremas en las tiendas del duty free, y embarcar…
El siguiente vuelo, ocho horas, pasamos durmiendo otras tres horas largas, la siesta, así que tampoco se hizo tan largo. Una vez en J’burg la historia de siempre, control de pasaportes, aduanas… se hizo bastante rápido… y ya al transfer del hotel que nos estaba esperando para llevarnos al Premier O.R. Tambo, un buen hotel muy bien ubicado cerca del aeropuerto, ideal para pasar una noche de paso. En recepción me dicen que el desayuno no está incluido, pero en mi reserva sí que estaba, así que la chica me dice que el jefe va por las mañanas, que tan pronto llegue al día siguiente, a las seis de la mañana, me llamaría para aclararlo. Le contesté que no corría tanta prisa, que cuando me hubiera levantado ya bajaría yo… Y tras una rápida cena en la habitación, con los bocatas que nos dieron en el avión, a dormir nuestra primera noche sudafricana.

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