05 agosto 2013

29-07-13 Todas las actividades del mundo mundial en Vic Falls.


Aunque el día estaba apretadito el inicio nos lo tomamos con calma ya que hasta las diez menos cuarto no nos venían a buscar para nuestra primera actividad, que tenía el rimbombante nombre de Flight of the Angels. Se trataba en efecto de un vuelo en helicóptero. Así que nos levantamos tarde, a las siete, y nos dedicamos a planificar el día con el boer y su mujer. Tenía que recoger el coche de alquiler este día, pero me hicieron el favor de acercarse un taxista que iba al aeropuerto por la agencia de alquiler para ver si había algún problema en recogerlo al día siguiente. Así que nos fuimos para el helicóptero. Estuvimos esperando una media hora, en lo que pagamos las tasas (te cobran las tasas de uso de parque por cualquier actividad), un pequeño briefing de seguridad y explicación… y a volar!!! Supercómodo, aquello ni se menea, no te enteras ni del despegue ni del aterrizaje. Hicimos media docena de pasadas sobre las cataratas, por un lado y por el otro, para que todo el mundo tuviera la oportunidad de verlo en condiciones… y nada, 140$ por 13 minutos de vuelo. Además te hacen un publirreportaje y cuando aterrizas te introducen en una salita y te proyectan el video, con música de Johnny Clegg, donde se ve cómo te pesan, cómo montas, cómo desmontas… y al acabar el video pasan las fotos… donde se ve cómo montas, cómo desmontas… y al acabar las fotos se pone una gorda en la puerta que parece decir: hasta que no compréis no os dejo salir. Y nada, tuvimos que comprar el vídeo (Adela se ríe y dice que soy un exagerado, pero es la verdad).






Al acabar nos dejan en la agencia de viajes (el boer también tiene una agencia de viajes que organiza excursiones, actividades, y sobre todo transportes en taxi) y un taxista nos lleva hasta el parque de las cataratas, donde haces el recorrido a pie. Por nuestra cuenta. Como es parque natural vimos bastantes babuinos y un facocero. Y sobre todo, las cataratas, que las disfrutamos plenamente. Hicimos el recorrido con toda calma, saboreando las vistas y dedicando el tiempo que queríamos. Estuvimos tres horas, desde las once y cuarto hasta las dos y cuarto. 













Bueno, dos horas y media viendo las cataratas y media hora comiendo, una hamburguesa que ni me cabía en la boca… 



Allí nos estaba esperando el taxista para llevarnos al albergue a tiempo para nuestra siguiente actividad, para la que nos iban a recoger a las tres y media. Habíamos visto el aire, la tierra… nos quedaba no el mar, que no hay, pero sí el río, así que a por el Sunset Cruise. Cuando nos dejó el coche en el embarcadero nos recibió un grupo de danzas tribales (pero tribales de verdad), Adela toda contenta, y yo pasando vergüenza ajena, ahí aguantando estoico mirando, el de turno que me dice: haz fotos, haz fotos, y yo que paso de esto. La verdad es que tenían su mérito, y se pegaron una paliza de aupa. Se ganaron la propina que les dejó Adela. 



El Sunset Cruise, como su propio nombre indica, es el crucero del atardecer (pero dicho así queda bastante soso) y básicamente consiste en una barra libre mientras navegas por el río Zambeze esperando a que anochezca para ver la puesta de sol. A mí no me apetecía tomar cerveza, para no llenarme mucho para la cena de después, así que le dije al camarero que quería un refresco de naranja como el que se estaba tomando la señora de la mesa de delante. Nosequé naranja, me dice el camarero. Y yo, sí, naranja. Ok, ok… 




Cuando me lo trae tenía un saborcillo extraño, y le comenté a Adela que era refresco de naranja amarga, pensaba yo que algún refresco extraño de un país extraño, y estaba fresquito y entraba tan ricamente. Y yo que soy un poco ansioso, casi me lo ventilé en un pis pas… Y al rato le digo: oye, que esto tenía que llevar algo de alcohol, que noto que estoy un poquito mareado. Y ella: anda, anda… Total, que se acerca el camarero y le digo que otro refresco de naranja como la señora de delante, y él otra vez nosequé naranja. Y yo mosqueado le digo que qué es eso de nosequé. Y ya hablando más despacio me dice que vodka naranja… Ahí estaba la clave del asunto… Así que muy contento por haberlo descubierto, me tomé otro, que estaba muy suavecito y muy rico.
El paseo en sí mereció la pena ya que vimos varios elefantes, bastantes hipos, algún cocodrilo… y la puesta de sol, espectacular. La verdad es que ver a los animales desde el río no tiene nada que ver con verlos desde el coche. Aquí están mucho más como en su hábitat, y parece todo más natural. 



Luego de vuelta al hotel, ya casi sin tiempo para la siguiente actividad: la cena en el Boma. Nos acercó nuestro taxista y al llegar te disfrazan con una túnica para estar en más consonancia con el ambiente. Luego te pintan en la cara, dos puntos a las mujeres y dos rayas a los hombres, y luego te hace la recepción otro grupo de danzas tribales. Otro? No! Los mismos que había en el embarcadero por la tarde, que se habían cambiado de ropa y estaban aquí de nuevo. La verdad es que visto así, en otro contexto, no tenía nada que ver. Aquí forman parte de un espectáculo global mientras que en el otro lado no me parecía bien, me parecía rebajarse un poco. Aunque al final no dejan de hacer lo mismo en un sitio y en otro. 

Aquí ya no fui capaz de sujetar a Adela, que se lanzó a bailar con ellas y se lo pasó pipa, que yo temía que se quedara ahí toda la noche y no pudiéramos cenar. 

Salió toda contenta, así que ya pasamos a la sala del restaurante, también buffet libre, con ensaladas, carnes, parrilla, postres… y gusano mopani, que si tomabas dos te daban un diploma (cómo sería tomar uno, que premiaban a los que se tomaran dos). Como digo es todo un espectáculo. Cada poco salía el grupo de danzas a bailar. Luego se te acercaban a la mesa distintos personajes, se presentaban con su nombre y su habilidad característica: el que te pintaba animales en la cara, el traditional fortune teller (adivino de toda la vida), el Boma Man que te preparaba un cocktail… todo ello por un módico precio. Y amenizado por la música ambiental del gran Oliver Mtukudzi (pena de no verle en directo). Y al final empiezan a repartir bongos a todo el mundo, y sale un grupo que va interactuando con la gente, dirigiendo, marcando el ritmo... Aquí el que se lo pasó pipa fui yo… 



Y a las nueve y media de vuelta al albergue, que al día siguiente me esperaba un día intenso con un importante cambio de planes.

3 comentarios:

  1. jajajajaja, epico nacho y tu bongo!!!

    quien es el de la estatua de la foto???

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  2. Qué tierno Sensei... Tan lejos y acordándote de tus cachorros...

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