02 octubre 2019

16-08-19. Comenzamos la vuelta. Tirta Gangga y Penglipuran.



Nuestro último día de vacaciones… aunque todavía nos faltaba para llegar a casa. A las nueve nos llevaban la ropa que habíamos encargado a la modista el primer día, y que metimos en la maleta como pudimos. Habíamos vuelto a quedar con el mismo guía, que por la mañana nos iba a llevar a un par de sitios y luego por la tarde nos acercaba ya al aeropuerto. La primera parada la hicimos en Tirta Gangga, un sitio que ya conocíamos, pero que del viaje anterior era de lo que más nos había gustado. Llegamos en media hora, así que al llegar tan pronto no había demasiada gente. Había tres chinas haciendo posturitas absurdas, poses casuales totalmente artificiales y tardando una hora. A pesar de eso nos volvió a gustar bastante.







Desde aquí nos fuimos al otro sitio “importante” que me quedó de ver en 2015: el pueblo de Penglipuran. El trayecto nos llevó como hora y media. Está curioso, y aprovechamos para comprar alguna cosilla, pero igual está demasiado orientado solamente al turismo internacional. Al contrario que en otros sitios de Bali, donde hay un montón de indonesios, aquí solamente había europeos. Tras una hora subiendo y bajando terminamos la visita en el bosque de bambú que está en las afueras. Es impresionante el tamaño de los troncos.




Todo termina, y enfilamos camino del aeropuerto. Antes paramos en un pueblo donde trabajan la plata, para ya sí rematar el tema de los regalos familiares. Hasta las cinco no pudimos comer nada, al llegar al aeropuerto. Solo nos quedaba un vuelo de dos horas y media a Singapur, tres horas de escala allí, seis horas y media de vuelo a Dubai, diez horas de escala (donde aprovechamos para ir a casa de un amigo que vive allí y que amablemente nos dejó la casa) y otras seis horas y media de vuelo hasta Madrid, donde llegamos la noche del sábado y no nos quedó más remedio que volvernos a quedar a dormir. Finalmente, después de haber salido del hotel a las nueve de la mañana del viernes, llegamos a casa el domingo por la mañana.

01 octubre 2019

15-08-19. Candidasa y Pura Besakih.



Como este día iba a bucear, habíamos vuelto a coger el guía para Adela. Como finalmente no buceo, me uno a la excursión. Vamos a hacer un mixto de compras y visitas, para que yo también pueda ver algo. El día de la independencia, el 17 de agosto, está cerquísima, y están todas las calles, carreteras, casas… todo, perfectamente adornado con la bandera del país. También están ensayando desfiles, lo que hace que el tráfico sea peor que de costumbre, que ya de por sí es caótico. Esto hace que perdamos muuuucho tiempo en los desplazamientos. Nuestro primer destino es Candidasa. Aquí nos habíamos alojado hace cuatro años, y Adela quería echar el ojo a un par de tiendas que recordaba. Luego pasamos por otra modista, donde Adela había dejado encargado un pantalón y una blusa un par de días antes. De aquí nos esperaba un largo camino de más de una hora hasta el Pura Besakih, el templo madre. Aquí tuve que salir corriendo al baño, ya que el día anterior, con el disgusto, me empaché de cacahuetes. Adela había estado aquí la otra vez, pero yo no, y tenía ganas de conocerlo. Me gustó bastante, y debimos tener suerte porque no había demasiada gente.






Dos días antes, el día que había estado Adela con el guía, debido a los grandes atascos que encontraron, en vez de llegar a las cinco al hotel acabaron llegando con una hora de retraso. Por eso, para compensar, Adela le dijo que hoy llegaríamos una hora antes, a las cuatro, con lo que tras terminar en el templo y ver alguna tiendita en el parking nos dirigimos ya de vuelta al hotel. Comimos cuando llegamos, a una hora en la que la gente estaba merendando, pero no me pude resistir de tomar el penúltimo batido de vainilla.
La tarde la pasamos metiendo en las maletas las cosas como pudimos, el día siguiente era el último día y teníamos que salir cargados desde por la mañana. También aproveché para saldar deudas con el resort, toda la parte de buceo que tenía pendiente y dejar los deberes hechos. Y a última hora, antes de la cena, el masajito de despedida.