05 agosto 2013

31-07-13. Despedida de Zimbabwe y… por fin conduzco un Qashqai!!


Nos levantamos a las seis y media, con unas agujetas... no en los brazos, no de remar... En las piernas, de subir y bajar el acantilado... así que tras desayunar y recoger las maletas, a las siete y cuarto estábamos en ruta. 



Yo quería llegar a Masuma Dam, un mirador donde plantamos la tienda de campaña hace once años y que estaba a 20 km, pero en tres cuartos de hora no fuimos capaces de recorrer más de 15 debido al mal estado del camino. Así que con todo el dolor de mi corazón tuvimos que dar media vuelta. Además no habíamos visto un triste bicho. Pero en cuanto dimos la vuelta empezaron a salir. Donde diez minutos antes habíamos pasado y no había nada, ahora nos encontramos una manada de búfalos, bien cerquita. También vimos impalas, kudus, jirafas, e incluso algún elefante a lo lejos (donde mejor están). 



Y así fue nuestra estancia en Hwange, breve pero corta… Ahora nos quedaba desandar el camino del día anterior para estar a las once en el aeropuerto, que a las doce y media salía nuestro vuelo. Igual que a la ida, miniavión para la escala en Windhoek, una hora larga allí de escala, y puntual y normal el avión a J’burg.
Allí tuvimos un momento de susto. La cola para pasar la aduana era enorme y nos llevó un buen rato, y cuando quisimos llegar a la cinta para recoger la maleta, que en esta ocasión sí que habíamos facturado, en la cinta ya no quedaba nada. Nos dirigimos rápidamente al mostrador de equipajes de la compañía y allí estaba nuestra maleta esperando. Lo siguiente fue ir a recoger en consigna el resto de bultos, que nos dieron sin problema. Y ya a recoger el coche de alquiler, que se entretuvieron un buen rato. Pero la espera mereció la pena, ya que en lugar del Kia Sportage que habíamos reservado, me encuentro con un flamante Qashqai… Total, salimos del aeropuerto a las 19:15, totalmente de noche cerrada, y nos esperaba un viaje de tres horas. Como el aeropuerto nos gustó mucho, dimos tres vueltas entrando y saliendo, hasta que cogimos la salida buena, y ya enfilamos por la carretera hasta nuestro alojamiento en Rock and Roses. Según íbamos de camino la temperatura del coche no paraba de bajar, y cuando llegamos a destino el termómetro marcaba 5º. La señora de la casa nos estaba esperando en pijama, y tras un breve recibimiento, a descansar.

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