24 julio 2015

19-07-2015 Taman Ayun, Jatiluwih, Candikuning, Ulun Danu Beratan y Tanah Lot



Último día en Bali, y hay que aprovecharlo a tope. Después de un buen desayuno en la terraza del hotel, viendo los arrozales de los alrededores, nos ponemos en marcha. El primer hito en el camino es el templo de Taman Ayun, patrimonio de la Unesco. En Bali hay dos sitios patrimonio de la Unesco, y los dos los vemos hoy. Este es el primero, un palacio de antiguos reyes locales. Lo primero que vemos es un bonito diorama que representa peleas de gallos, según nos cuenta, bastante habituales en la isla. Luego pasamos a lo que es el recinto del templo, no al interior, al que solamente pueden acceder los fieles, pero sí al exterior. Desde allí se ven los distintos templos. El conjunto me parece bonito, sin más. No puedo valorar el nivel histórico, pero por ejemplo, la cueva del elefante del día anterior me gustó bastante más. Nuestro guía nos comentó que el templo era famoso por su césped muy bien cuidado. Más bien estaba bien recortado, porque había bastantes zonas en las que estaba encharcado.






Desde aquí nos dirigimos a los arrozales de Jatiluwih, el otro lugar patrimonio de la Unesco. Hay una gran aglomeración de coches en un sitio estrecho. Es un poco locura. Finalmente llegamos a destino. No hemos tenido mucha suerte con la época. Nos falta esa foto con los típicos colores verdes brillantes de las plantaciones. Con el clima de la isla los campesinos pueden sacar hasta cuatro cosechas anuales. Los ciclos son de tres meses. Tres ciclos plantan arroz y el cuarto o bien lo dejan en barbecho o bien cambian de cultivo a cacahuetes, alubias… Nos damos un pequeño paseo de un cuarto de hora por el camino que hay preparado. Se hace agradable. 


Luego nos lleva al mercado del pueblo de Candikuning, para hacer alguna compra. Es un mercadillo turístico, pero en todas las tiendas tienen prácticamente las mismas cosas. Quedamos al cabo de tres cuartos de hora, pero a los veinte minutos ya hemos hecho las pocas compras que faltaban y dado la vuelta a la manzana tres veces, así que nos ponemos en marcha otra vez.


El siguiente sitio a visitar es el templo del lago, Danu Beratan, justo al lado de Candikuning. El guía nos pregunta si queremos verlo antes o después de comer. Yo prefiero verlo antes, que después de comer, con la barriga llena, se hace más pesado. Aquí hay bastante aglomeración de gente, el parkíng es un caos. La imagen del templo es una de las típicas de Bali. Es un sitio grande y bonito, con jardines bien cuidados donde los balineses pasan los días en familia. El recinto es bastante grande, pero todo el mundo quiere sacarse la típica foto con el templo en el mismo sitio. Dewa nos insiste muchas veces: desde aquí sale una bonita foto. O bien: no quieren que les saque una foto? Es muy amable, pero yo las fotos las hago donde me gustan a mí, no a él, y le doy largas.





Ya ha llegado la hora de comer, así que justo al lado del lago nos lleva a un buffet de ponte ciego por 90.000 rupias (6€), que yo aprovecho todo lo que puedo ya que es mi última comida balinesa. Me gusta especialmente el plátano rebozado, que no había probado hasta entonces. Y ya por fin, nos dirigimos al último punto del programa, el templo del mar, Tanah Lot. Yo había pedido ir a primera hora de la mañana, para evitar aglomeraciones a la puesta del sol, pero por logística del viaje no pudo ser. Así que llegamos de milagrito, después de cambiar de carreteras por atascos, al último atasco final, que nos lleva a un parking saturado y tenemos que dejar el coche en una campa de cualquier manera. Ya digo que llegamos de milagrito, y aunque hay muchísima gente no tengo tanta sensación de agobio como en el templo del lago, quizás porque ando pendiente de hacer la foto a la puesta del sol. El templo no es especialmente bonito, pero el entorno hace que sea espectacular, y eso que hemos pillado marea baja.



En cuanto anochece salen a volar miles de golondrinas, en oleadas. Pero para nosotros el tiempo ya se está acabando. Tenemos que estar en el aeropuerto a las 22:00, todavía nos queda alguna hora que aprovechamos para visitar Kuta, el centro turístico de la isla. Para llegar nos comemos un atasco monumental en una autovía de tres carriles, que según Dewa se da todos los días. Vamos al paso de la tartana, pero aún así nos queda una hora para dar una vuelta por Kuta. Es como trasladarse automáticamente de isla. Grandes marcas comerciales, tiendas de ropa, hoteles de postín… Otro Bali distinto al que hemos conocido esta semana. Aprovechamos para gastar las últimas rupias en un café y un helado. Y sin más, al aeropuerto. Solamente nos espera un vuelo de 9 horas hasta Qatar, tres horas de espera allí, y un nuevo vuelo de 7 horas hasta Madrid. Y el tren de vuelta a casa. Pero como siempre, llegaremos deseando preparar el siguiente viaje.

23 julio 2015

18-07-15 Tirta Gangga, Templo de los Murciélagos (Goa Lawah), Palacio Real de Klungkung, Cueva del Elefante (Goa Gajah) y Monkey Forest.



Hoy el día empieza con la triste noticia del fallecimiento de Jorge en accidente de moto. Compañero y buen amigo, una verdadera pena.
A las nueve nos recoge Dewa en el hotel, después de algunas pequeñas complicaciones en el check out del hotel que se resuelven sin más problema, después de tanto cambio de fecha de entrada y salida. Como es mi primer contacto con Dewa he de decir que habla castellano perfectamente. El primer sitio donde vamos es Tirta Gangga, unos jardines acuáticos muy bonitos, con una piscina donde se baña la gente. Ahí estamos un buen rato disfrutando del frescor y del paisaje, mientras Dewa nos cuenta sobre las distintas plantas (que antes de ser guía tenía una floristería).










Luego vamos a la templo de los murciélagos, que está muy cerquita de Candidasa. Además tenemos la suerte de que hay una celebración y la gente se ha puesto sus mejores galas. Hay una señora alemana mayor, molestando a la gente pidiendo hacer fotos, un poco impertinente, y eso hace que yo me corte a la hora de pedir también hacer fotos. La cueva está llenita de murciélagos, no sé los que habrá. En este sitio Dewa nos cuenta sobre el sistema de castas que hay en Bali, heredado del de la India, pero donde no existen los parias. Según nos dice, hoy en día no tiene validez ninguna.




La siguiente parada es el palacio de justicia de Klungkung. Dewa nos va explicando lo que significan las pinturas. Son los castigos para los distintos pecados según el hinduismo. Vemos también el pabellón flotante, llamado así porque está rodeado por un foso con agua (aunque ahora está bastante sucio).





Los trayectos entre los distintos puntos se hacen un poco largos, no por la distancia, sino por la cantidad de gente que hay en la carretera. Eso sí, todos muy respetuosos. Como ya se ha hecho la hora de comer, Dewa nos lleva a un sitio donde, según nos confiesa, si él lleva a turistas, le invitan a comer. La verdad es que fue el peor sitio de todo el viaje. Las vistas, no obstante, eran bonitas.
Justo aquí al lado de este restaurante está la cueva del elefante, llamada así por la escultura que rodea la entrada. Está dentro de un templo, con sus altares recién pintados. La cueva era un sitio de retiro para monjes. El entorno es muy bonito.



Y ya por fin, y un poco fuera de programa, nos acercamos al Monkey Forest de Ubud. La entrada al pueblo es una locura, atasco y más atasco. El sitio es totalmente turístico. Por miedo a los robos de los monos no llevo la cámara de fotos, así que de aquí no hay. Hay una cantidad de macacos impresionante, saltando de rama en rama. Hay puestos de venta de plátanos a la entrada, así luego se los puedes dar a los monos, quienes se suben a tu hombro para comer. El sitio es chulo, pero nos pilla anocheciendo y no se ve mucho.
De aquí ya nos vamos al hotel. No hay carretera, así que tenemos que cargar con las maletas por un camino un tanto dificultoso. Yo el maletón grande lo dejo en el coche, me cojo solamente el pijama y el aseo. Al llegar el dueño nos empieza a decir que si tenemos la reserva pagada, que si seguro que la tenemos pagada… yo se lo enseño en el papel que tengo, pero está en castellano, y él no se lo cree. Se lleva el papel para comprobarlo. Al rato vuelve y dice que sí, que ok. Es un jeta. Habíamos pagado por una habitación con aire acondicionado, y nos da una que no lo tiene. Como es solamente para una noche, no protesto, tampoco hace tanto calor. A la hora de hacer el check in me pregunta que hasta qué hora nos vamos a quedar el día siguiente. Cuando le digo que nos vamos a las 9 me dice que en ese caso no tramita el check in, porque nos vamos a ir antes de que él tenga que llevar los papeles a la policía, y eso que se ahorra. Le pregunto que si el desayuno está incluido y me dice que no, pero que como no voy a hacer el check in, me lo incluye. Mentira, el desayuno estaba incluido igual.
Sin darle más importancia que constatar que es un jeta, nos damos una vuelta por el pueblo. Tiene muchísima animación y vida. Pasamos por lo menos por tres sitios que están representando danzas tradicionales, se oye la música desde fuera. Hay tiendas de todo tipo, modernas, tradicionales, de moda… Nos acercamos a cenar al Café Wayan, recomendado por el guía, y es todo un acierto, tanto de precio como de cantidad y calidad. La pena es que las raciones de tarta no son muy abundantes y me tengo que tomar dos…

22 julio 2015

17-07-15 Liberty Wreck y Drop Off



Este día , por fin, me iban a llevar al Liberty, el famoso pecio de la segunda Guerra mundial que está en Tulamben, en la costa noreste de la isla, a una hora de camino. No habíamos podido venir antes porque había temporal, y como el buceo aquí es de infantería no se podía entrar en el agua. Este es un barco americano de carga que fue torpedeado por los japoneses, pero no consiguieron hundirlo. El capitán intentó llegar a puerto hasta que al final no le quedó más remedio que dejarlo varado en la playa. Así estuvo desde 1941 hasta 1963, esperando que alguien lo arreglara, pero en esa fecha la erupción de uno de los volcanes de la isla, y la posterior corriente de lava arrastró al barco hasta su posición actual, hundido a unos 30 metros de la costa. Llegamos al sitio de buceo, y enseguida vienen las porteadoras para llevar el material. Se ponen en la cabeza dos botellas. Madre mía. La inmersión promete, hasta que me doy cuenta que me ha entrado agua en la carcasa de la cámara. A partir de ahí se acabó el disfrute. Y claro, qué voy a hacer, cancelar la inmersión, cosa que ya es bobada, una vez que ha entrado agua, o seguir intentando que no entre más… pues esto último. Eso sí, en cuanto pude, para arriba. Una vez en superficie intento reanimar la cámara, pero no hay manera. Me da error de objetivo. Y eso que parece que la electrónica funciona bien, pero el objetivo no acaba ni de entrar del todo ni de salir del todo. 







La segunda inmersión, a 200 metros de la primera, para lo cual fuimos en furgoneta, pues estuvo bien sin más. No se pudo disfrutar del todo, pensando en la cámara. Es una zona en la que suele haber mucha vida, pero debido al temporal de días atrás los bichos o se habían escondido o se habían ido. Es una pared de coral bonita, con bastantes gorgonias. Para comer nos llevaron a un buffet libreen un sitio con una piscina estupenda, y allí que nos metimos todos a refrescarnos (poco, que estaba el agua como babas) y a quitarnos la sal. Y rápido a la sombra, que hacía un sol de justicia.
Una vez terminada la tarea, camino de vuelta en la furgoneta a Candidasa. Con tan buena suerte que cuando nos falta un cuarto de hora para llegar a destino (yo iba ligeramente traspuesto) un ruido en el motor hace que el conductor detenga inmediatamente el cacharro. Pues nada, se ha estropeado la correa del ventilador. Empiezan a sacar cajas de herramientas pero no hay manera. Llama a un amigo por teléfono, que viene en moto y le acerca a un pueblo para comprar la correa nueva. Total, que una hora parados en la carretera, en medio de la nada. Menos mal que Ludo, el guía, es un profesional y nos empieza a poner videos y fotos suyas en el portátil y así se nos hace la espera mucho más entretenida. Esto no tiene mayor relevancia de no ser porque, por fin, se me va a conseguir lo de la nocturna. Y es que entre pitos y flautas, después de haber saldado deudas en el centro de buceo, ya que ya no vuelvo por allí, me dejan en el hotel a las seis y diez, diciendo que me pasan a buscar a las seis y media. Con esto se me ha estropeado el masajito de pies que me iba a dar, qué se le va a hacer… En este tiempo tan escaso intento resucitar la cámara, pero no hay manera.
Para la inmersión nocturna me llevan, junto con dos alemanes en luna de miel, al Jetty, el sitio donde he hecho ya otras dos. En esta ocasión también es de infantería. Nos dice Ludo que no vamos a estar 60 minutos que inmersión, aunque tengamos aire, que solamente 50… Sí, sí… 75 minutos debajo del agua, y seguíamos. No se hizo larga para nada, superentretenida, viendo cosas continuamente, peces rana, hoja, pulpos, cangrejos, langostas… ay, lo que eché de menos la cámara… Y se acabó, casi sin darme cuenta, ya no hay más buceo. Me despido del guía y del chofer en el hotel, donde me dejan a las nueve y media, hora a la que ya no queda más tiempo que ir de cena (para variar, al New Queen) y preparar algo de maleta. 

Adela, en este momento, que es la primera vez que la veo desde el desayuno, me cuenta qué tal su excursión con Dewa, el guía. Ha ido a ver el pueblo de Penglipuran, y su bosque de bambú, luego al monte Batur y por último al templo madre Besakih. De todo ello ha hecho muchas fotos.