17 agosto 2013

06-08-13 Y por fin, el Kruger: Berg en Dal.

Después de un rico desayuno en el alojamiento emprendimos marcha rumbo a Sudáfrica. Vimos un poquito del pueblo que no habíamos visto el día anterior por llegar de noche. Menudas mansiones. Tiene pinta de ser lugar habitual de veraneo de gente de pasta de Maputo, que no está muy lejos.  Según llegamos a la carretera general lo primero que hicimos fue parar a comprar anacardos en un puesto. Con las prisas, a la ida no tuve tiempo de parar. Paramos en un puesto llevado por unos niños, así aprovechábamos y les dábamos unos globos y caramelos sin azúcar que teníamos para la ocasión. La niña (unos once años) me dice que la bolsa son 50 meticais (1.2€). Le doy un billete de cien y ella me da una bolsa. Yo le digo que o dos bolsas o 50 meticais. Y se me queda mirando sin decir nada, con el billete agarrado fuerte fuerte... Se lo repito otras dos veces y nada, la niña muda. Así que al final lo dejamos correr porque realmente no es dinero y porque son niños, pero sí que pensé, vaya con la niña!
De todos modos menos mal que paramos ahí. Para la vuelta me había propuesto no volver a pasar por Maputo, y para ello teníamos que coger una carretera secundaria que nos llevaba derechos a la frontera. Justo después del desvío, que me pasé porque no estaba señalizado y te das cuenta cuando ya te has pasado (y eso que vas con el GPS) tuvimos el único control de policía de la vuelta. Si no hubiera habido policía me hubiera parado en el arcén, marcha atrás, pequeña pirula y ya está. Pero delante de las narices de la policía, me dio cosica... Así que ya que me mandaron parar, papeles del coche, permisos y todo, aproveché para preguntar si el desvío ese iba para la frontera, y me dijeron que sí, que todo derecho. 
Y nada, ya en la carretera esta secundaria, los primeros diez kilómetros sí que estaban asfaltados. Justo hasta una azucarera que había. El resto de los más de 100 km, por una pista, en algunos lados bastante bacheada. Eso sí, en esos km veríamos otra furgoneta y un par de camiones cargados de caña... El resto, solos. Para lo bueno y para lo malo. Y menos mal que se me ocurrió llenar el depósito en el pueblo de la azucarera, que no había otra gasolinera casi hasta la frontera (no hubiéramos llegado). 
Por cierto, aprovecho ahora para recomendar una aplicación gratuita en android, Map Factor Navigator, un navegador gps en la que te descargas los mapas en open source de los países que te interesan, y que en los países que hemos visitado han clavado. Nos ha venido fenomenal.
Total, que llegamos a la frontera, y tal como me había temido, nada más entrar con el coche, una nube de "amigos" dispuestos a "ayudarte". En la de Naamacha, por donde entramos desde Swazi, no había nadie, una frontera mucho menos transitada, pero aquí, la frontera principal entre Moçambique y Sudáfrica, eran legión... Todos trabajaban dentro, todos te facilitaban todo... Después de quitarnos a la gente de encima (con amabilidad pero con firmeza) los trámites son sencillos: te sellan el pasaporte de salida, y te sellan la hoja del vehículo. No llegó a tres minutos. Tampoco había mucha gente. Y como siempre, después de salir de Moçambique, a entrar en Sudáfrica, también sencillo ya que el coche era de allí y no tuvimos que hacer nada más que sellar el pasaporte.
Para entrar al Kruger habíamos optado por la Malelane Gate, pero antes de entrar paramos en el propio pueblo de Malelane para llenar otra vez el depósito, cambiar dinero (que nos llevó bastante tiempo ya que solo cambian en el FNB, First National Bank y había bastante cola), comprar suministros para los cuatro días en el Pick'n'Pay y comer una hamburguesa en el Wimpy que había al lado. 
Y ya, por fin, el parque Kruger. En la puerta de entrada enseñamos nuestra reserva, y aproveché para decir al guarda que tenía un poco de miedo a los elefantes, que cómo tenía que reaccionar si me cruzaba con alguno. El hombre se echó a reir y me dijo que si me los cruzaba por la carretera, que frenara y los dejara pasar... Y siguió riéndose un buen rato... 
Así empezó nuestro primer drive en el Kruger. Y precisamente, los primeros animales que vimos, unos elefantes comiendo justo al lado de la carretera, a lo suyo. Según vas viendo elefantes y ves que no hacen nada, te vas tranquilizando.


Poco a poco nos fuimos acercando a Berg en Dal, nuestro primer alojamiento, pero sin demasiada suerte en los avistamientos.
Y nada, como ya sabéis, a las seis de la tarde (en esta época del año) cierran las puertas de los campamentos, y tienes que estar dentro. De todas las formas a las cinco y media ya era casi de noche, así que a registrarse y a tomar posesión de la cabaña. Como no tienen ni internet ni televisión ni nada aprovechamos para leer y descansar, que también nos habíamos hecho unos cuantos kilómetros, casi 300.

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