21 septiembre 2015

23-08-15. Último día en el Kruger.

Se nos acababa el tiempo. Teníamos que salir del Kruger por Malelane a las once y media para llegar a Nelspruit a coger el avión. Pero el día empezó igual que acabó el anterior, muy bien. Nada más salir del campamento, a unos 500 m cuatro wild dogs venían por la carretera hacia nosotros. El tercero se empezó a frotar contra la parte trasera de nuestro coche, y a pesar de ser un animal no demasiado grande metía unos meneos que no veas.


Seguimos camino en dirección a Berg en dal, que esa zona no la habíamos recorrido, viendo los clásicos del viaje, jirafas, rinos…

 


Pero para completar a los big five todavía nos quedaba de ver el esquivo leopardo. Creéis que lo conseguimos? Efectivamente, cuando quedaban un par de horas para la salida, en una carretera paralela a un río, un coche nos para y nos dice, un poco más adelante hay un leopardo con una cría con una gacela en un árbol. En mi imaginación ya estaba viendo la escena, a la orilla de la carretera, bien cerquita. Bueno, cuando por fin los vimos estaban al otro lado del río, un poquito lejos, pero con los prismáticos se les veía perfectamente. Y no había una cría, sino dos.
Estuvimos unos veinte minutos tranquilamente. Si esto va a ser lo último que veamos, hay que hacerlo bien.


En el camino de salida, lo típico, kudus, más rinos (nos hemos hinchado a rinos), alguna cebra…

 



Y ya está. Cuando quisimos darnos cuenta el viaje había terminado. Nos quedaba llegar al aeropuerto. Devolvimos el segundo coche con 850 km entre Blyde River Canyon y el Kruger, en cuatro días. Afortunadamente en el viaje de vuelta, esta vez con Emirates, no tuvimos ningún percance. Estábamos deseando llegar a casa para ya empezar a recordar los buenos momentos vividos.

20 septiembre 2015

22-08-15. De Lower Sabie a Skukuza.

El tema de este día fueron los pájaros. Como el día anterior nos habíamos acostado tarde (a las diez y media) tampoco madrugamos mucho. 


El plan, como dije, era recorrer la parte norte de Lower Sabie e irnos acercando a Skukuza. Nada más salir, un bonito buitre, y un poco más adelante, una avutarda de Kory, la única que vimos. 




Y justo después un momento de estos que te fastidian. Un coche parado en la carretera, nos dice, hace dos minutos que ha pasado una manada de más de 200 búfalos, os lo habéis perdido por muy poquito. Vimos los últimos ejemplares de la manada, alejándose en la espesura. Búfalos no había visto hasta ahora, solamente un par de ellos al otro lado del río, bastante lejos, pero esos casi no contaban.
Seguimos viendo un grupo de varias jirafas, por supuesto rinos, y especialmente abundantes las carracas de pecho lila. 






Así fuimos subiendo tranquilamente hasta Orpen Dam, donde contamos hasta once cocodrilos. También había un par de garzas, y una familia de elefantes al otro lado del río.



En marcha otra vez, un águila pescadora, un nido con dos polluelos de otro tipo de rapaz, unos rinos frotándose para quitarse las garrapatas (esto nos lo dijo el guía del morning walk) y un cabeza martillo, también el único que vimos.




En estas estábamos cuando en un camino de tierra creemos ver a lo lejos unos búfalos acercándose. Más o menos calculamos por donde piensan cruzar, les dejamos sitio y a esperar. Y efectivamente, yo no sé cómo sería la manada de por la mañana, pero esta fue espectacular, nosotros solos, cerca de media hora parados viendo cómo se movían. Una gozada.






Ya he dicho que era el día de los pájaros. Lo siguiente fue otro águila y un bonito ejemplar de kudu según nos acercábamos a la zona de Tshokwane, donde hicimos una breve parada técnica. 






 
Desde aquí ya nos fuimos encaminando hacia Skukuza. Vimos waterbacks, varios ground hornbill (esta vez de cerca) y otro par de ejemplares de águila. Adela ya se había hecho una experta para localizarles. 







Al igual que otros días de atrás nos acercamos relativamente pronto para hacer el check-in. Así dejábamos los deberes hechos para aprovechar hasta última hora. Y verdaderamente que fue hasta última hora. Al salir, al igual que hace dos años, vimos el radar, y a la policía multando coches. Cuando el sol ya caía, después de haber estado un buen rato sin ver nada, en un cruce sobre un río seco, vemos los típicos varios coches, iban siguiendo a un par de cachorros de león. Estaban un poco asustadillos. Cruzaron la carretera por detrás de nosotros, y cuando pensamos que ya los habíamos perdido, en el cauce seco se juntaron con varios de sus hermanos. Como era un paso estrecho no cabíamos muchos coches, y como además era a última hora, estábamos casi solos… Al poco rato aparecieron otros tres hermanos mayores. Estaban un poco lejos, pero nos daba igual, era una gozada verles jugar. 


El tiempo corría en nuestra contra, no teníamos apenas tiempo, así que con pena, salimos hacia el campamento. Fuimos los primeros en movernos, así que como a cien metros del cauce estaba la leona madre tumbada tranquilamente en el suelo. Al vernos a nosotros se puso en marcha y fue caminando paralela a la carretera. Gracias a ello pudimos ver cómo venía su compañera de caza, con un pequeño impala recién matado. Fue un breve momento, pero nos encantó. Qué suerte, tres días, y los tres días con leones.


Ya íbamos justísimos de tiempo, así que no nos quedó más remedio que pisar el acelerador, al límite de la infracción, y así llegamos cuando quedaban cuatro minutos para que cerrasen la puerta.

19 septiembre 2015

21-08-15. Lower Sabie y sus actividades.

Comenzamos el día bien tempranito, teníamos morning walk. A las 5:30 salíamos por la puerta del campamento. Cruzamos el río Sabie por la H10 mientras iba amaneciendo. 


Lo primero que vimos fueron unos rinos en la carretera, que se marcharon hacia la maleza. Entonces el guía paró el coche, miró al compañero y dijo, bueno, pues aquí no tiene mala pinta. Y detrás de los rinos que nos fuimos… El guía de este walk era un poco graciosete y showman, íbamos con cinco chavalas jóvenes americanas y estuvo haciendo el tonto casi toda la excursión. Además era el tercer morning walk que yo hacía, y la gracia del invento, que es un poco la tensión o los nervios que puedes sentir por estar andando por territorio salvaje, ya había desaparecido. No estuvo mal, pero creo que no haremos más. Todos los animales que ves los ves mucho más lejos que con el coche. Las explicaciones de los guías están bien, pero ya no nos merece la pena. Vimos cebras, algún ñu, una sombra a lo lejos que no logré apreciar bien y que según el guía era un avestruz… y ya. 



Acabamos un poquito antes de previsto porque el guía tenía que ir a otro paseo, y vimos más cosas en el camino de vuelta que en toda la excursión. Cruzando el río, un martín pescador, un cocodrilo y unos buitres.




Como esta noche no cambiábamos de campamento y no teníamos que hacer el check out, a la vuelta nos quedamos ligeramente traspuestos media hora en la cama, que el madrugón había hecho mella. Puede parecer que estábamos desaprovechando tiempo de ver animales en el Kruger, pero después de estar meses intentando conseguir los mejores alojamientos también le queríamos disfrutar. El nuestro estaba justo al lado del río, con buenas vistas, y nos dimos un pequeño paseo  viendo los animales de la orilla. 

Una vez con el coche nos dirigimos a la zona sur de Lower Sabie. Como al día siguiente dormíamos en Skukuza que está al norte, así hacíamos el completo. Los animales seguían sin solución de continuidad, los típicos, jirafas, cebras, impalas… incluso vimos un búho.






En uno de estos recorridos por los caminos de asfalto (que alternábamos con los del tierra) volvimos a ver gran cantidad de coches. De nuevo leones descansando (más bien leonas). Tuvimos la gran suerte de que pasaron justo por delante y por detrás del coche. No dio un poco de pena porque una de las leonas tenía heridas en una pata, en el rabo y en la cola. Y el pelaje ya no estaba muy lucido… Pero es la ley de la selva, o de la jungla, o de la sabana, o del bush, más bien…






Cuando continuamos, nada más meternos por un camino de tierra, dos hermosos rinos, bien cerquita del camino. Era impresionante las nubecillas de polvo que hacían al respirar. 

Seguimos viendo carracas de pecho lila, avutardas, frangolines… bastantes aves, y las jirafas que tanto gustan a Adela. 







Llegamos al río con la caída de la tarde, aprovechando las últimas luces.



Pero el día no se había terminado todavía. Por la noche teníamos el night drive. Una segunda oportunidad para el fracaso de hace dos años. Conseguiría el aprobado?
A las ocho menos cuarto de la tarde nos montamos en el camión, no éramos muchos, diez personas y el guía, que resultó ser el mismo guía acompañante que por la mañana (no el graciosete, sino el otro). Íbamos bien equipados con las linternas de buceo, con baterías especialmente reservadas para la ocasión. Y además los tres focos de luz amarilla que lleva el coche. Nada más salir aparecen los primeros animales salvajes, que no podían ser otros que los feroces conejos… Lo más difícil era alumbrar con la linterna en una mano mientras se intentaba hacer la foto con la otra. El guía nos había dicho que cuando viéramos algo dijésemos stop, que no hacía falta decirlo muy alto, que él lo iba a oir. Las que no lo debieron oir fueron dos viejas, que cada vez que creían ver algo pegaban unos graznidos como verdaderas alimañas… StopstopstopSTOPSTOP!!!! Un in crescendo aterrador. Además todas las veces que mandaron parar fue para comprobar que no había nada. Otra de las paradas surrealistas que hicimos fue porque otra persona había visto unos ojillos en un árbol, a unos 20 metros. De noche cerrada, todos alumbrando a un árbol lejos. Mira, mira, ahí están los ojos…son de un búho (¿???). Y yo pensando, si nos ha costado ver el búho esta mañana, más cerca y de día, de noche es que no vamos a ver un clavel. Sí, según hacia donde mirara el pájaro se reflejaban los ojos o no, pero no se distinguía nada más. Y el hombre, que sí, que es un búho… Ahí estuvimos diez minutos perdiendo el tiempo… Dado el cariz de mi relato podéis pensar que el drive fue un fracaso, y así es. Vimos un elefante bastante cerca, que se puso un poco nervioso y barritó, tres hienas que se escondieron rápidamente y ya está. Ah, y los feroces conejos. Amagos tuvimos varios. 


Al final me estaba entrando un sueño que no veas, pero me dije, no, esta vez no, aguanta como sea… Y aguanté pa ná.