30 septiembre 2019

14-08-19. Cuando se me inunda la cámara.



Este día queríamos intentar salir fuera a bucear, una coreana con la que había coincidido en las inmersiones, y yo. Por ello a la primera de la mañana no salimos, ya que si no, no nos daba tiempo. Entonces nos juntamos después de desayunar, a las ocho, para hablar del plan del día. Los guías nos cuentan que como el día anterior el mar había estado revuelto, si salimos fuera no vamos a poder ver gran cosa, y que no merece la pena que paguemos fuera del buceo ilimitado para no ver nada. Hemos perdido la primera del día, pero bueno. Hacemos la segunda, que vuelve a ser en Drop Off. Cuando llevo cinco minutos en el agua un escalofrío recorre mi cuerpo… Al intentar hacer una foto veo una línea de agua en medio del objetivo. Efectivamente, se vuelve a repetir la historia. Hace cuatro años, buceando en el Liberty, se me inundó la cámara. Por eso había querido yo venir aquí, para sacarme la espina. Pero solamente se clavaba más hondo. Cancelo la inmersión y tras hacer la parada de seguridad salgo del agua, pensando que posiblemente la cosa no tuviera solución. Había hecho una inmersión de quince minutos. Adela, cuando me ve llegar tan pronto, se preocupa por si me ha pasado algo. Afortunadamente no, pero el disgusto que tengo encima no es pequeño. Nos acercamos al restaurante a pedir arroz para meter la cámara, y Adela se acerca al súper a comprar un tupper donde meterlo. Ahí quedará esperando que reviva (cosa que no sucederá). Ya no vuelvo a bucear. El sitio es específico para fotografiar peces raros y pequeños, pero el paisaje no es bonito. No tiene sentido que vaya sin cámara. El resto del día lo paso en el hotel, sin ganas de salir. Solo el masaje de última hora mitiga el disgusto.



29 septiembre 2019

13-08-19. Segundo día de buceo y excursión de Adela.



El día comienza exactamente igual que el anterior, primera inmersión en el Liberty. El tiempo está peor y hay unas olas relativamente grandes. Con la ayuda del guía entro en el agua.
Hoy la novedad es que Adela se va a ir de excursión con un guía de habla castellana que hemos cogido desde casa. No la voy a tener a la pobre aburrida mientras yo buceo y me lo paso pipa. Así que después del desayuno Adela se marcha con Made, tengo que decir que sobre todo a hacer compras… Y es que ya estuvimos en Bali hace cuatro años y los principales sitios ya los hemos visitado. Como ella se va fuera, le paso la tarjeta de datos, ya que a mí no me va a hacer falta, que no me voy a mover del hotel y tengo la wifi… Yo sigo a lo mío, a las diez segunda inmersión en Drop Off, que es un sitio más protegido para las olas. Aun así un golpe de mar me quita el neopreno de protección del angular, y me quedo sin él… Después de la inmersión lo busco, pero sin éxito.





A las doce y media repetimos en Drop Off, que es casi el único sitio donde se puede ir, por las olas que hay, pero en lugar de pegarnos a la pared nos quedamos más en el fondo de arena.



La cuarta del día será la última. El mar no está como para hacer excesos, así que esta vez la nocturna la perdonamos. Lo malo es que me hago un lío con las baterías de la cámara y pongo la que está descargada, así que me quedo sin fotos de esta inmersión. Cuando llega Adela, a las seis de la tarde, me cuenta las novedades del día, qué tal con el guía, y nos acercamos a reservar un masaje para esta misma tarde. La pena es que está todo ocupado, así que para que no nos vuelva a pasar lo mismo, reservamos directamente para los dos días siguientes. Y es que por ocho euros la hora, para qué nos vamos a resistir… Ya solamente nos queda cenar y dormir…






28 septiembre 2019

12-08-19. Primer día de buceo.



El resort tiene un paquete de buceo ilimitado en el que puedes hacer hasta cinco inmersiones diarias. Así que para la primera, a las seis de la mañana, casi de noche, ya estaba esperando para ir al famoso pecio Liberty. El primer grupo fuimos tres personas y el guía, un lujo.





Tras esta primera inmersión me junto con Adela para desayunar. Casi sin descanso, a las diez de la mañana es el segundo buceo, esta vez en Drop Off, donde se va andando por una playa de piedras gordas un poco traicioneras (o es que yo no estoy acostumbrado). Esta vez somos cuatro y dos guías, pero uno de ellos tiene problemas con los oídos y no llega a bajar, así que nos quedamos tres con dos guías. Me gusta la inmersión, bastante completa.






Al acabar nos acercamos, ya con unas indicaciones más precisas a través del google maps, al taller de la modista. Con la primera que encontramos no tenemos suerte porque no habla inglés. Un poco más adelante hay otra, que tampoco habla inglés, pero tiene una amiga que sí, así que a toda prisa le damos instrucciones de lo que queremos que nos haga, y vuelta a la carrera para la tercera inmersión, que es a las doce y media, esta vez justo frente al hotel, Sucy’s Place, donde la dueña ha hundido unas estatuas de buda para crear una especie de arrecife artificial. Esta inmersión no tiene un paisaje bonito, pero vemos un montón de cosas interesantes.




Aquí ya llega la hora de comer, y como no hay mucho tiempo lo hacemos de nuevo en el restaurante del resort. Después de un breve descanso, donde aprovechamos para reservar unos masajes a última hora de la tarde, llega la cuarta de abono. Lo bueno del paquete de buceo ilimitado es que está bastante bien de precio. Lo malo es que solamente se limita a tres sitios cerca del hotel. Como ya hemos buceado en los tres sitios, toca repetir, de nuevo en el Liberty.





Y ya solo falta la última, la nocturna, que hago yo solo con el guía, cerquita del sitio anterior pero sin llegar al barco, una muy buena inmersión.





El masaje para terminar la tarde es fenomenal, te deja como nuevo, y después, otra vez en el mismo restaurante del hotel (donde haríamos todas y cada una de las comidas y cenas). Cinco inmersiones acaban cansado bastante, así que otro día pronto a la cama.