15 abril 2012

15-04-12 Zona oeste de Kyoto


Los días ya van pasando y el cansancio hace mella. Ya no andamos al mismo ritmo de los primeros días, ni los templos nuevos nos hacen tanta ilusión ni nos llaman la atención... Son, simplemente, otro templo más...
La verdad es que llevamos una jartá...
Hoy, tras desayunar de nuevo de pie en la puerta de la estación de Kyoto, cogimos un autobús que nos llevó directamente al Kinkakuji, el templo dorado... Aparte de la gente que hay por ser hanami, hoy era domingo, así que la concurrencia se multiplicó por dos... Además una gran parte de la multitud eran chinos, que no se caracterizan precisamente por su educación, su respeto a las colas y a las fotos de los demás... 
Este primer templo, por ser el más famoso, fue bastante caos. Luego la cosa mejoró algo. Tuvimos que nuestro lado que llegamos bastante pronto, y eso se notó...


 
Después de disfrutar del pabellón lo que pudimos nos dirigimos andando al siguiente templo: Ryoanji, el famoso jardín zen de 15 piedras en el que, te pongas donde te pongas, no puedes ver todas las piedras a la vez. La primera vez que vi este templo estábamos solos. Te podias quedar allí mirando el jardín, tranquilamente, el tiempo que quisieras, la gente en silencio... En esta ocasión el caos de los chinos nos persiguió de nuevo... Voces, achuchones... En fin.





Así que cuando llegamos a nuestro tercer destino programado, al lado del anterior, el ninnaji, la gente estaba bastante cansada físicamente y de ver templos también, por lo que optamos por obviar este punto y dirigirnos al siguiente, la zona de Arashiyama, al oeste de Kyoto. 
Esta es una zona que yo no conocía y tenía bastantes ganas. Al ser domingo estaba también hasta arriba de gente, pero en este caso, como no es tan turística, eran todos japoneses, muchas chicas vestidas de la manera tradicional, y todos comportándose de una manera ordenada.
Este era también un punto típico para hacer hanami. Había un montón de familias bajo los árboles, disfrutando del domingo. En esta ocasión, para comer, el grupo se dividió. La mitad optaron por los puestos-tenderetes de pinchos para comer por los jardines. La otra mitad, en la que estaba yo, optamos por un restaurante. En mi caso el motivo para ir a un restaurante era que no me apetecía comer tirado en el suelo. Bueno, pues cuando entramos en el restaurante, el sitio libre que tenía era en un salón tradicional, todo bonito decorado, con las vistas al río, pero sentado en el suelo... en fin...
Después de comer nos reagrupamos de nuevo, pero por poco tiempo. Hubo gente que se marchó a ver un parque de monos, otros a seguir con compras que les habían quedado a medias por la mañana, y cuatro nos fuimos a recorrer la ribera del río, buscando un bosque de bambú del que había leído y que tenía ganas de verlo. El parque era muy chulo. Como no hacía mucho sol las pequeñas cuestas no te dejaban sudado y soplando. Enseguida llegamos al bosquecillo y se estaba fenomenal. Los árboles eran enormes, como los de la película de tigre y dragón.




Después de matar el tiempo por allí un rato más, fuimos andando por la orilla del río, hasta que yo me desgajé del grupo y tiré solo para las galerías, a rematar unas compras pendientes. Tras esperar media hora en la parada del bus y otros cuarenta minutos en el mismo, por fin llegué a las galerías. 
Allí pude mercar algunos encargos, y sin más tiempo, de vuelta en bus a la estación de Kyoto, donde habíamos quedado para cenar. Tuve el tiempo justo para dejar la mochila en el hotel.
Y tras una cena, no demasiado copiosa en esta ocasión, para rematar el día, nada mejor que un baño caliente con una sauna...

1 comentario:

  1. Vaya pedazo de viaje que os estáis dando. Venga animo!!! Aprovechad al máximo!!

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