06 abril 2012

06-04-2012 Llegando a Tokyo


Bueno, pues ya estamos aquí otra vez… Después de una paliza de viaje, para variar, de nuevo en Tokyo…
Salimos a las cuatro de la mañana de casa, para coger un avión en Madrid que nos llevara a Zurich, y de aquí, tras una hora de escala, aterrizamos puntualmente a las 07:40 del día siguiente. Los trámites de rigor se hicieron con total normalidad: control de pasaporte, declaración de objetos… y ya afuera, el cambio de dinero, a mejor tasa que la que obtuvimos en España.



De aquí ya a Ueno. Para llegar a Ueno desde el aeropuerto hay dos opciones. La primera cuesta 2400 yenes y dura 44 minutos. La segunda cuesta 1000 yenes y dura 79 minutos. Optamos por la segunda…
Al llegar a la estación de Ueno nos dedicamos lo primero a canjear los Japan Rail Pass por lo que es el carnet en sí. Cuando tú compras uno, lo que hacen es enviarte a casa una nota de cambio ya que el Pass solamente se expide en Japón. Esto nos llevó un rato ya que, aparte de ser ocho, la chica fue comprobando letra por letra del nombre y apellidos que todo estuviera correctamente, igualmente para los números… Todo esto lo hizo dos veces…
De aquí ya directos al hotel, donde hicimos el check in. Solamente tenían una habitación preparada, la de Miguel y la mía, así que dejamos allí todas las mochilas, maletas y demás bultos, y a recorrer la zona… Descubrimos que aunque en esencia sigue siendo igual, muchos negocios que conocías de antes ya no existían, como el todo a 100 bajo las vías de la Yamanote en Ameyoko, o las tiendas donde hace cuatro años me compré una camiseta chulísima…
Dando tumbos, más muertos que vivos, acabamos comiendo en un Kaiten sushi, otra experiencia más. Y de aquí ya a echarnos la siesta, de “solo” tres horas, que a las cinco nos pusimos en marcha para asistir al entrenamiento con Hatsumi Sensei… Se nos dio todo bastante bien, pero aun así se tarda más de hora y media en llegar, con los trasbordos y todo (desde que sales del hotel hasta que llegas al dojo). El dojo estaba petado y no nos pudimos mover demasiado, pero no estuvo mal del todo…
A la vuelta, la misma historia de trasbordos que la ida, pero al revés. Tras llegar a Ueno compramos en un 24 horas (Sunkuss) la cena y el desayuno del día siguiente. De la cena dimos buena cuenta al llegar al hotel, todos juntos en la mesa comunitaria. Y ya desde aquí, a dormir, que la paliza no se pasa así como así…


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