13 abril 2012

12-04-12 Miyajima

Y después de tanto tiempo, volví a Miyajima. Era por un lado el sitio donde quería volver, pero por otro lado me lo pasé tan bien que temía que me decepcionara... 
Después de dos horas en shinkansen, otra media hora en cercanías y diez minutos en ferry, llegamos a la isla. Yo creo que había menos gente que la otra vez, pero a cada paso que daba, me acordaba de Adela, de su cara de felicidad según iba descubriendo cosas nuevas, como montar en el ferry, o en funicular, o pasear junto a los ciervos... Así que la estuve echando de menos todo el día, más que en ningún otro sitio...


Lo primero es visitar el santuario de Itsukushima, desde donde se ve perfectamente el torii en el agua.





Aquí tuvimos la gran suerte de asistir a una sesión de fotos de una pareja vestida con el traje tradicional. Parecían posar para nosotros...


Luego continuamos por el borde de la isla, hasta llegar a un templito con una estatua enorme de fudo-myoo. Aquí estuvimos haciendonos fotos de grupo, dejando las mochilas en el suelo, las cámaras de fotos (ejem)....
Desde aquí continuamos con lo que era el recorrido normal, parándonos en un par de tiendas...
Al poco rato Peque se da cuenta que se ha dejado la cámara en el suelo cuando nos estuvimos haciendo fotos todos juntos. A desandar el camino andado, y la cámara, por supuesto, no apareció. No tuvimos más remedio que acercarnos al koban (comisaría de policía) y en un perfecto japonés el amables agente nos explicó que ese día no habían devuelto ninguna cámara...
Como la comisaría se encuentra en medio de la zona de tiendas ya decidimos quedarnos por allí echando un ojo, ya que el recorrido original había quedado truncado. Así, mientras, hacíamos tiempo para comer, que aquí se come muy pronto, como a la una...
Después de comer okonomiyaki (tortilla) fuimos a coger el funicular para llegar a la cima del monte Misen, el más alto de la isla.


En la zona donde te deja hay un mirador bastante chulo, de toda la bahía de Hiroshima y las islas de los alrededores. Desde aquí hay que andar un poquito hasta llegar a una zona de templos, y otro poquito más hasta la cima. La otra vez no quise llegar a la cima del agotamiento-sudor-cansancio que tenía, pero esta vez se consiguió. Las vistas desde arriba merecen la pena.



Ya desde aquí casi la vuelta a todo correr, ya que el último teleférico de vuelta salía a las 17:30, y nosotros pillamos el de las 17:15.
Una vez abajo la expedición se dividió. José Alberto y yo nos quedamos en la isla para intentar hacer fotos del atardecer, mientras el resto se acercaban a Hiroshima para ver la cúpula que quedó en pie tras la bomba atómica. Yo, como ya lo había visto, preferí quedarme. Creo que me mereció la pena...



En Hiroshima, luego, estos chicos llegaron por los pelos al tren, pero con la misión cumplida. 
Aquí, con poco más, se acabó el día... Dos horas de tren de vuelta, y al llegar al hotel, sauna, con piscina exterior de agua caliente para relajar bien los músculos...

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