07 enero 2012

03-08-2010 San Juan Chamula y Zinacantán

Este día tocaba excursión a San Juan Chamula y Zinacantán. La contratamos el día anterior en el hostal (200 pesos cada uno). Así que después de madrugar un poquito (no mucho), enfilamos en el autocar hacia el primer destino. Nuestro guía (no recuerdo el nombre) resultó ser fabuloso. El camino es bien cortito, unos 15 km, y es seguida se puso a contar las características de los chamula, su manera de vivir, de pensar, su religión. Todo muy interesante y bien contado. Yo, que soy de ir por libre a todos los sitios, no me arrepiento de haber visitado este lugar con guía. De otra manera no hubiera entendido nada.
El recuerdo más impresionante del día fue, por supuesto, la visita a la iglesia de San Juan. 




Insisten muchísimo en el tema de las fotos dentro de la iglesia. Prohibido no, prohibidísimo…. Una vez dentro es como transportarte dentro de una película: la atmósfera con el incienso, las velas, los chamanes con las gallinas, las mujeres sentadas en el suelo, las imágenes de santos, el suelo de agujas de pino…
Realmente disfruté mucho mucho. Aparte de la iglesia el pueblo en sí no tiene gran cosa que ver. Un mercado con las cosas típicas, para la gente de allí, con las artesanías para los turistas en la entrada., pero aun así, la visita merece la pena.
Después nos dirigimos a Zinacantan, también otro pueblo bastante cerca, que aunque también son mayas, no se llevaban bien con los chamulas, por lo que sea… Temas del pasado. Aquí visitamos una cooperativa familiar, ejemplo del trabajo colectivo maya, donde son prácticamente autosuficientes. Según el guía están forrados, aunque no lo parezca. De todas formas serían estos, con la cooperativa y algo de suerte. No creo que todos tuvieran el mismo nivel adquisitivo.
En esta cooperativa nos enseñaron varias cosas, un telar de “cintura“, esos telares sólo les encontramos en algunos pueblos de México y de Guatemala, una cocina, nos dieron a probar pan y tortas y el guía nos explicó también cosas de su alimentación y de sus cultivos… y claro, acabamos comprando unos pañuelos a pesar de que sabíamos que nos clavaban… Y tanto que nos clavaron, que los mismos pañuelos los vimos por la tarde en el mercado a un tercio de lo que nos costaron. Pero eso si, para nada el guía nos dio la paliza para que comprásemos algo, compramos porque quisimos y porque habían sido muy amables con nosotros.



Comimos en el albergue, nos preparamos unos bocatas en la cocina y luego nos sentamos a comerlos en el banco del jardín



Por la tarde dimos un bonito paseo al pueblo. Nos cayó un chaparrón terrible, y nos tuvimos que refugiar en una cafetería. Luego a ver las iglesias, y sobre todo, el mercado, enorme y todo muy chulo. Allí compramos un par de chaquetas de punto y alguna cosita más. Y una mochila para mí, que la de mano había cascado…
La cena en un restaurante típico, la Salsa Verde, donde tomamos unas quesadillas estupendas y té de manzana con canela.



Y después de un día bien aprovechado, a descansar, que al día siguiente nos esperaba un largo viaje después del madrugón.

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