10 marzo 2022

16-08-21. Camino a Ruhija.

Decidí darle una segunda oportunidad a Ishasha. Mientras, Adela se quedaba descansando en el pedazo de habitación que nos habían dado, después de tantos días durmiendo en tiendas. Esta habitación, en la que lo que más valoramos fue el tener el baño y la ducha dentro de la habitación. Bueno, es un decir, porque la ducha estaba al aire libre y era una gozada ducharte viendo los árboles alrededor.

Como digo, mientras Adela se quedaba, yo, aprovechando que las entradas duran 24 horas desde la hora de compra, y como dos días antes en la puerta de entrada del QENP donde las compramos se habían dormido, tenía hasta las 8:30 de margen para ver lo que pudiera. Así que a las 7:00 ya estaba esperando a entrar. Me fui directo a la charca que habíamos visto el día anterior, que era donde parecía que pudiera haber más animación. Y así fue, mientras amanecía los distintos pájaros iban apareciendo. Como el día anterior había sido algo decepcionante, pasé aquí la mayor parte del tiempo, que tampoco era mucho. Vi bastantes cosas nuevas e interesantes.








Rozando el larguero sobre la hora límite volví al lodge para desayunar. Nos lo tomamos con calma, ya que no nos quedaba más que recorrer los 90 km. que nos separaban de nuestro destino final para esa noche, el Ruhija Community Rest Camp. Una tarea que en principio se antojaba bastante fácil. Como dicen ahora. Spoiler: Tardamos cinco horas.

Después de echar gasolina y volver a cambiar dinero (qué rápido se va), el primer tramo por la pista de tierra no lo hicimos mal. Pero cuando quedaban unos 30 km. el gps nos hizo la madre de todas las pirulas, que aún no sabemos por dónde llegamos a nuestro destino. Además, como es zona montañosa, las carreteras, más bien caminos, eran chungos. Con espacio para apenas un coche, a un lado la montaña y al otro lado el valle, sin ninguna protección, con unos baches tremendos, pasamos, dicho finamente, algo de apuro. Y con el recuerdo reciente de habernos quedado atrapados en un hoyo. Además, de vez en cuando, el gps perdía la señal. Tanto es así que nos hacía dar vueltas en círculos. Menos mal que me di cuenta de que por uno de los cruces ya habíamos pasado. Preguntábamos a la gente que veíamos por el camino, y ni papa de inglés. Daba la impresión de que estábamos en una zona bastante remota. Preguntábamos ¿Ruhija? Y nos decían: Sí. Y yo, pero sí qué. Por dónde? Hacia adelante o hacia detrás? Y ellos otra vez. Sí.

Más por azar que por acierto, en uno de los desvíos el gps por fin pilló una cobertura algo más fiable y después de dar muchas vueltas y atravesar un poblado salimos a una carretera algo más principal, que ya no perdimos hasta que llegamos al alojamiento. Llegué verdaderamente agotado, sobre todo mentalmente.

No voy a decir que al ver el alojamiento se me pasaron todos los males, pero sí que se aliviaron bastante. Aunque para llegar a nuestra habitación había que bajar algo de cuesta, las vistas desde la misma, que daban a la selva, merecían totalmente la pena. Pudimos ver un montón de pájaros que no había visto todavía, y también una especie de mono nueva, que se dedicaba a robar comida de la cocina.









Después de descansar un rato nos dimos un paseo por la calle que es el pueblo. Daba la impresión de que está construido exclusivamente para servir de alojamiento por el cercano punto de encuentro para ver a los gorilas. Como es un sitio relativamente turístico, aprovechamos a comprar algún regalo en las tiendas de souvenirs que había. Y luego nuestra anfitriona, Cyria, nos ayudó a, por fín!!!, activar nuestra tarjeta de teléfono. Llevábamos más de una semana de viaje tirando con bastante éxito de la wifi de los alojamientos, pero después de habernos quedado tirados, el contar con un teléfono nos daba seguridad.

Se notaba que estábamos en la zona de los gorilas de montaña, porque en cuanto se puso el sol, bajó la temperatura bastantes grados. Tanto que a la hora de cenar nos encendieron la chimenea. Y después de un rato de charla con Cyria nos fuimos a dormir, ilusionados por cómo sería el encuentro del día siguiente.



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