01 marzo 2022

07-08-21. Llegada a Kampala.


Realmente empezó el viernes 6, cuando salimos a las 12 del mediodía, en un vuelo prácticamente vacío, tanto que daba cosica. Llegamos a Estambul sin más problemas. Tras una escala de un par de horas, en las que pudimos comprobar la monstruosidad del nuevo aeropuerto internacional (a la vuelta la pudimos comprobar en más detalle) salimos en hora hacia Entebbe. En este segundo vuelo había bastante más gente. Los trámites del aeropuerto se hicieron sin problemas, y a la salida nos estaban esperando para llevarnos en un taxi hasta Kampala, que está a unos 50 minutos. Lo bueno es que a esas horas no había ni el tato por la calle. No pudimos comprobar el caótico tráfico de Kampala. Lo malo es que cuando llegamos al hostal, la de recepción debía estar dormida bien adentro, y por más que llamábamos al timbre, tardó como media hora en aparecer. Nos tocó un tercero sin ascensor, al que subir con las maletas a esas horas se hizo pesado, pero bueno, finalmente a las seis de la mañana nos pudimos meter en la cama.

Tras dormir unas pocas horas no quedaba más remedio que ponerse en marcha, y tras un rico desayuno nos acercamos andando al Acacia Mall, que estaba relativamente cerca. En el desayuno nos cobraron a mayores la leche, y es que después vimos que era bastante difícil encontrar leche procesada. La vendían en polvo, o incluso en alguna ocasión nos mandaron a la vaquería directamente, pero en tetrabrik no encontramos más que en un par de sitios.

Nuestros planes en el Acacia Mall eran cambiar dinero y comprar una tarjeta sim para el teléfono. Como nos entretuvimos buscando la oficina de cambio, que no estaba en el mismo edificio, y en el de enfrente lo tardamos en encontrar, en lo que quisimos cambiar dinero nos habían cerrado la tienda de telefonía. Pero bueno, ya teníamos para comer. Antes de eso, teníamos que satisfacer necesidades más primarias que el comer, y era comprar regalos para la familia. Justo detrás del Acacia Mall encontramos una tienda de artesanía llamada Banana Boat, que nos habían recomendado en el hostal, con buen surtido y buenos precios, y ahí cargamos un montón de cosas. Mi idea era quitarnos los regalos del viaje cuanto antes, para luego no tener que estar perdiendo tiempo buscando una u otra cosa. Y ahora ya sí nos pusimos en comer en una hamburguesería frente al Mall.

Después de comer nos fuimos cargados con las compras a echarnos una siesta en el hostal, que habíamos dormido apenas cuatro horas. Y luego nos lanzamos a cogernos unos boda boda. Lo de los boda boda es un capítulo aparte. Por la pandemia estaba prohibido que fueran dos pasajeros (además del conductor), pero es que aunque no estuviera prohibido, yo dudo de que fuera yo capaz de ir tres en una moto, aunque ellos se meten hasta cuatro. Así que paramos un par de motos en la carretera, y nos dirigimos al mercado de artesanía que hay en Buganda Road. Era un poco triste, porque prácticamente éramos los únicos turistas que había, y las chicas que regentaban los puestos, muy educadamente te pedían que entraras en el suyo para comprar algo. Intentamos repartir un poco las compras, aunque prácticamente todas tuvieran lo mismo, pero siempre había pequeñas diferencias.

Y un poco antes de que empezara a hacerse de noche, de vuelta al hostal. Cogimos otro par de motos, y el conductor de Adela, que iba delante, se pasa del hostal, y el mío se para, y yo dando voces. Bueno, al final seguimos y cuando conseguimos pillares le dije al otro que para qué va primero si no sabe dónde va… La anécdota del día.

Ya de vuelta al hotel, a cenar un poco y a dormir, que todavía arrastrábamos sueño.

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