04 marzo 2022

10-08-21. Primer día en el MFNP.

Después de desayunar cuando todavía era noche cerrada, para aprovechar las horas de luz, y después de volver a recorrer el camino de cabras que llevaba del campamento a la carretera, llegamos a la entrada del Murchison Falls National Park. Los trámites allí fueron sencillos. Apuntas tus datos, la matrícula del coche, pagas la tasa correspondiente (en este caso 40 dólares por persona y día), y para adentro.

Este parque nos pareció bastante sencillo de recorrer. No tiene demasiados caminos, y no tiene demasiados desvíos. O eso, o fuimos unos inútiles y no los supimos encontrar. Así que una vez que pillas un camino, lo sigues durante kilómetros y kilómetros. En seguida comenzamos a ver bastante fauna: elefantes, kobs de Uganda, búfalos, bastantes jirafas…















Después de dar todas las vueltas que pudimos sin conseguir ver el ansiado leopardo, se nos hizo la hora de acercarnos al muelle desde donde salen los barcos, a las dos de la tarde. Como llegamos con bastante margen para reservar y pagar, aprovechamos para comer unos bocadillos.

Antes, por lo visto, había que cruzar el río con unas barcazas, pero ahora han hecho un puente que lo facilita todo bastante. Tras pagar los 32 dólares por persona que cuesta el crucero, nos ponemos en marcha. Por esta zona del río Nilo se grabó La Reina de África. Elegimos un barco más grande, en lugar de una canoa. Preferíamos estar un poco más a gusto y podernos mover, aunque las canoas se acercan más a los animales de las orillas. Cuando abrieron el bar, pensaba yo que sería como el crucero de los borrachos, pero no, solamente nos tomamos una cerveza. Durante el trayecto vimos bastantes hipopótamos, pájaros, elefantes, cocodrilos, búfalos… El guía, un chico joven al que prácticamente nadie hacía caso, iba explicando curiosidades de cada una de las cosas que veíamos. Nuestro objetivo eran las cataratas Murchison, pero bastante antes de llegar a aproximarnos la fuerza de la corriente era tan grande, que no permite al barco avanzar más. Las ves de lejos, pero te haces una buena idea de la magnitud. La vuelta, que tarda menos por aprovechar la dirección del agua, se hace por la orilla contraria. Y como colofón final, supongo que todos los días estarán en el mismo sitio porque fueron a por ellos a tiro fijo, unos bonitos colobos blancos y negros, los primeros que veíamos en el viaje.











El recorrido nos llevó prácticamente cuatro horas, así que ahora, de vuelta al campamento, nos tocó correr un poquito por encima de la velocidad permitida, porque nos cerraban la puerta del parque. Una vez fuera nos acercamos a echar gasolina a Pakwach, justo al lado de la puerta, donde tuvimos que pasar un control militar para entrar, y el mismo para salir, y en el que nos preguntaron extrañados que qué habíamos hecho en ese pequeño rato. Controles militares (o policiales, no sé muy bien) nos encontramos un montón por las carreteras. De dos carriles te dejan una abertura en medio, y que pase el que primero llegue. Yo creo que en las dos semanas no tuvimos que parar nunca más que en este.

Y ya en el camino de cabras de vuelta al campamento, poco antes de llegar a él, justo al lado de la carretera, nos encontramos con un grupo de cuatro elefantes pastando por los prados del pueblo. Cuando llegamos, una ducha en los baños comunales, en otro edificio, que dormir en las tiendas de campaña, por muy grandes y cómodas que sean, es lo que tiene.

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