19 septiembre 2015

21-08-15. Lower Sabie y sus actividades.

Comenzamos el día bien tempranito, teníamos morning walk. A las 5:30 salíamos por la puerta del campamento. Cruzamos el río Sabie por la H10 mientras iba amaneciendo. 


Lo primero que vimos fueron unos rinos en la carretera, que se marcharon hacia la maleza. Entonces el guía paró el coche, miró al compañero y dijo, bueno, pues aquí no tiene mala pinta. Y detrás de los rinos que nos fuimos… El guía de este walk era un poco graciosete y showman, íbamos con cinco chavalas jóvenes americanas y estuvo haciendo el tonto casi toda la excursión. Además era el tercer morning walk que yo hacía, y la gracia del invento, que es un poco la tensión o los nervios que puedes sentir por estar andando por territorio salvaje, ya había desaparecido. No estuvo mal, pero creo que no haremos más. Todos los animales que ves los ves mucho más lejos que con el coche. Las explicaciones de los guías están bien, pero ya no nos merece la pena. Vimos cebras, algún ñu, una sombra a lo lejos que no logré apreciar bien y que según el guía era un avestruz… y ya. 



Acabamos un poquito antes de previsto porque el guía tenía que ir a otro paseo, y vimos más cosas en el camino de vuelta que en toda la excursión. Cruzando el río, un martín pescador, un cocodrilo y unos buitres.




Como esta noche no cambiábamos de campamento y no teníamos que hacer el check out, a la vuelta nos quedamos ligeramente traspuestos media hora en la cama, que el madrugón había hecho mella. Puede parecer que estábamos desaprovechando tiempo de ver animales en el Kruger, pero después de estar meses intentando conseguir los mejores alojamientos también le queríamos disfrutar. El nuestro estaba justo al lado del río, con buenas vistas, y nos dimos un pequeño paseo  viendo los animales de la orilla. 

Una vez con el coche nos dirigimos a la zona sur de Lower Sabie. Como al día siguiente dormíamos en Skukuza que está al norte, así hacíamos el completo. Los animales seguían sin solución de continuidad, los típicos, jirafas, cebras, impalas… incluso vimos un búho.






En uno de estos recorridos por los caminos de asfalto (que alternábamos con los del tierra) volvimos a ver gran cantidad de coches. De nuevo leones descansando (más bien leonas). Tuvimos la gran suerte de que pasaron justo por delante y por detrás del coche. No dio un poco de pena porque una de las leonas tenía heridas en una pata, en el rabo y en la cola. Y el pelaje ya no estaba muy lucido… Pero es la ley de la selva, o de la jungla, o de la sabana, o del bush, más bien…






Cuando continuamos, nada más meternos por un camino de tierra, dos hermosos rinos, bien cerquita del camino. Era impresionante las nubecillas de polvo que hacían al respirar. 

Seguimos viendo carracas de pecho lila, avutardas, frangolines… bastantes aves, y las jirafas que tanto gustan a Adela. 







Llegamos al río con la caída de la tarde, aprovechando las últimas luces.



Pero el día no se había terminado todavía. Por la noche teníamos el night drive. Una segunda oportunidad para el fracaso de hace dos años. Conseguiría el aprobado?
A las ocho menos cuarto de la tarde nos montamos en el camión, no éramos muchos, diez personas y el guía, que resultó ser el mismo guía acompañante que por la mañana (no el graciosete, sino el otro). Íbamos bien equipados con las linternas de buceo, con baterías especialmente reservadas para la ocasión. Y además los tres focos de luz amarilla que lleva el coche. Nada más salir aparecen los primeros animales salvajes, que no podían ser otros que los feroces conejos… Lo más difícil era alumbrar con la linterna en una mano mientras se intentaba hacer la foto con la otra. El guía nos había dicho que cuando viéramos algo dijésemos stop, que no hacía falta decirlo muy alto, que él lo iba a oir. Las que no lo debieron oir fueron dos viejas, que cada vez que creían ver algo pegaban unos graznidos como verdaderas alimañas… StopstopstopSTOPSTOP!!!! Un in crescendo aterrador. Además todas las veces que mandaron parar fue para comprobar que no había nada. Otra de las paradas surrealistas que hicimos fue porque otra persona había visto unos ojillos en un árbol, a unos 20 metros. De noche cerrada, todos alumbrando a un árbol lejos. Mira, mira, ahí están los ojos…son de un búho (¿???). Y yo pensando, si nos ha costado ver el búho esta mañana, más cerca y de día, de noche es que no vamos a ver un clavel. Sí, según hacia donde mirara el pájaro se reflejaban los ojos o no, pero no se distinguía nada más. Y el hombre, que sí, que es un búho… Ahí estuvimos diez minutos perdiendo el tiempo… Dado el cariz de mi relato podéis pensar que el drive fue un fracaso, y así es. Vimos un elefante bastante cerca, que se puso un poco nervioso y barritó, tres hienas que se escondieron rápidamente y ya está. Ah, y los feroces conejos. Amagos tuvimos varios. 


Al final me estaba entrando un sueño que no veas, pero me dije, no, esta vez no, aguanta como sea… Y aguanté pa ná.

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