13 septiembre 2015

15-08-15. Bird walk y camino a Santa Lucía.

La actividad que teníamos reservada, el Bird walk, no empezaba hasta las 9, así que no hizo falta madrugar mucho. Disfrutamos de un buen desayuno en la naturaleza. 


A la hora prevista nos acercamos a recepción. En la puerta esperaba un grupo de unos 15 franceses mayores. Le pregunto al guía si es el Bird walk y me dice que no, que es el Bush walk, y que están esperando a dos personas. Pregunto en recepción por mi grupo y me contestan que es el que está esperando fuera. No, no, no… el de fuera es el Bush walk y el mío es el Bird walk. Y el de recepción, pues es el que hay. Y yo, pues he pedido específicamente el Bird y no el otro (en otras circunstancias me hubiera dado lo mismo, pero era un grupo demasiado numeroso y no nos íbamos a enterar de nada). Y el de recepción, pues espera que llamo por teléfono. A los cinco minutos se me presenta uno, que dice ser el gerente del invento, y que como he pedido el bird walk, me lo van a dar, que en seguida llega el guía. Sí señor!, esto es la manera de solucionar los problemas.
Llega nuestro guía y dice que primero nos vamos a dar una vuelta por el campamento. Lo primero que pensé es, vaya ful, para dar una vuelta andando por aquí mismo, ya lo hago yo… Este pensamiento duró unos tres segundos, lo que tardó el guía en señalarme un pájaro carpintero un par de árboles delante de nosotros y que de otra manera me hubiera pasado totalmente desapercibido. 

A continuación, una abubilla africana, seguido de una oropéndola… y así de continuo un buen rato. Era graciosísimo ver cómo imitaba el canto de los pájaros… Oyes uno que suena como grsgrsgrs? Y otro que hace pripripripri?, Adela y yo nos partíamos…


Al cabo de una hora nos dice, ahora vamos a coger el coche para ir viendo pájaros por el camino. Nos llevó a una charca que estaba bastante seca y allí vimos alguna cosilla más. 

De vuelta al campamento dimos otra pequeña vuelta buscando uno en concreto que no habíamos visto, y allí nos metió por todos los lados, lavandería, cocina, casas del personal… hasta que apareció.





Nos gustó la experiencia. Lo que hicimos después fue dar una pequeña vuelta con el coche por el parque. Justo al salir del campamento, que Adela estaba todavía fuera del coche, cerrando el portón de entrada, pasan dos rinos a escasos cinco metros. Qué chulo, totalmente inesperado.








Esta pequeña vuelta no nos llevó demasiado tiempo. Luego volvimos a la charca que hay frente al restaurante, donde estuvimos un buen rato viendo el paisaje.




Con mucha tristeza nos tuvimos que despedir, teníamos que llegar a Santa Lucía y no tenía muchas ganas de conducir de noche. Al igual que la otra vez, Hlane nos gustó mucho.
Llegamos a Santa Lucía sin más problemas, el cruce de frontera se hizo rápido. El gps nos metió por un “camino alternativo” entre plantaciones, de noche cerrada, no se veía un clavel, pero fueron pocos kilómetros. Este gps hacía lo que quería algunas veces. Se inventaba caminos que estaban cerrados o te metía por carreteras de tierra. Al llegar a Santa Lucía nos dirigimos al alojamiento, y vimos que estaba cerrado. Llamamos al timbre y nada. Esperamos un rato, y nada. Había dos números de teléfono en la puerta, así que llamamos a uno de ellos y nada, apagado. Llamamos al otro y por fin contestan. Oye, mira, que estamos aquí en la puerta, que tenemos una reserva… Uy, si para hoy no tenía reservas, estás seguro? Sí, sí, seguro, Marlin Lodge. Y cuando has hecho la reserva? Hace más de tres meses… Qué raro, bueno, en cinco minutos estoy allí.
Efectivamente, se presenta la señora y empieza a comprobar la reserva… pues es que a mí no me la han pasado, ni me suena el apellido… Pues es que no tengo nada… Y empieza a llamar por teléfono. Soy fulanita, del Marlin Lodge, tienes sitio?,Ah, vale, gracias. Llama a uno, a otro, a otro… cada vez que termina suelta, oh, my god… Hizo unas quince llamadas, entre ella y el marido, hasta que el final nos acoplaron a otro alojamiento. Nos acompañó con su coche, habló con la otra dueña y nos dijo que no nos preocupásemos de más, que sentía todas las molestias. Al principio estaba un poco mosqueado, pero luego entendí que tampoco la señora tenía la culpa. Como el nuevo alojamiento estaba bastante bien, así quedó el tema.
Salimos a cenar por Santa Lucía, a una franquicia llamada John Dory’s, estuvo bastante bien. Pero se nos hizo tarde, y casi nos cierran, hinchando globos les dejamos.

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