Otro día en Nueva York, y en esta ocasión nuestro plan era visitar el Museo Metropolitano de Arte. Llegamos a las diez y media de la mañana, y aunque mi idea inicial era hacer la visita de una manera lo más completa posible, como tantas y tantas otras veces es tan grande el contenido que acabas aturullado, y después de un par de horas de estrés por no ser capaz de absorber todo, acabamos abandonando el museo.
Adela estaba bastante cansada, así que la acompañé al hotel, para después volver a recorrer la Quinta Avenida. Compré unas raciones al peso, para comérmelas como un neoyorquino más en el parque Bryant, en la parte de atrás de la biblioteca pública. Esa fue mi siguiente visita. Tenía intención de ver la sala de lectura de Rose, pero demasiado tarde descubrí que solo se puede visitar de 10 a 11 de la mañana.
Continué caminando hacia el norte hasta llegar a la catedral de San Patricio y el Rockefeller Center.
Una vez llegados a este punto volví a coger un autobús de regreso para ver el famoso edificio del Flatiron, pero no tuve demasiada suerte porque estaba todo andamiado.
Después de esto pasé a recoger a Adela, ya que a las seis teníamos la primera de las visitas que íbamos a hacer con la tarjeta Go City: El Empire State Building. Lo tienen todo perfectamente organizado, si bien se nota que te intentan sacar el dinero por todos los sitios con fotos, merchandising y demás.
El resto de la tarde/noche lo rematamos callejeando por los puestos que hay alrededor del Empire, comprando la cena en un supermercado cercano al hotel.
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