El primer día fue largo y corto a la vez. Con la comodidad de coger el avión a la una de la tarde en Madrid y por tanto, no tener que madrugar demasiado, llegamos en vuelo directo de Iberia, tras ocho horas de trayecto, a las 15:00 hora local a Boston.
Los trámites de inmigración, que siempre acojonan un poco, se resolvieron sin problemas, por lo que ya no nos quedaba más que ir a nuestro hotel, HI Boston Hostel, esta vez en transporte público. Este hotel se ubica en una antigua fábrica rehabilitada, por lo que podemos decir que tiene un diseño industrial. Tiene habitaciones compartidas y también dobles, como la que teníamos nosotros. También tenía mucho ambiente multicultural, que siempre se agradece.
A las horas a las que acabamos llegando el hotel, más la toma de posesión de la habitación, ya no nos quedó mucho más tiempo que tomar una cerveza en un bar cercano. Aquí ya nos dimos cuenta que el nivel no tenía nada que ver, con la leche que nos metieron por dos cervezas. Luego pasamos por una especie de festival de la cultura africana que había en el cercano parque del Boston Common. Después del pequeño paseo ya sí que nos fuimos a descansar, apalizados como estábamos entre el viaje y el jet lag.

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