08 abril 2014

20-03-14 Kashan – Qom – Teheran


Como todos los días, a las nueve salimos camino a Qom, donde llegamos al cabo de hora y media. Aquí ya pudimos “disfrutar” del ambiente pleno del noruz… la cantidad de gente que había!! Todas las mujeres supertapadas… Y por qué? Pues porque en Qom está enterrada (o eso dicen, vete a saber) la hermana del 8º imam de los chiíes. Intentamos entrar por una puerta, y no nos dejan, nos mandan a otra. Intentamos por la segunda, y tampoco… finalmente en la tercera nos dicen que esperemos. Al cabo de cinco minutos aparece un hombre con un chador para mi madre, recién limpio, y nos dice que le acompañenos. Azi se queda fuera. Nos lleva a la oficina del peregrino turista, y nos dicen que esperemos, que ahora viene nuestro guía. Al cabo de otros cinco minutos aparece otro hombre, que es el que habla inglés (o entiende, porque hablar, lo que se dice hablar, no habla nada), y nos vamos con él. Este hombre nos hace el recorrido por el mausoleo, con toda la paciencia del mundo, esperando para que haga las fotos que quiera. Cuando uno de los guardias me llama la atención de que no se puede, él me dice que la saque si quiero, sin darle más importancia. Hay muchísima gente. Otro guarda llama la atención a mi madre porque se le ven tres pelos del flequillo. Aquí son superestrictos, el único sitio que hemos visto. Nuestro guía nos enseña todo el recinto, excepto la habitación donde está la tumba. Ahí no se puede entrar porque no soy musulmán, pero se ve desde fuera, y con eso vale. Con la cantidad de gente que hay no merece la pena empujones. Hay hasta gente llorando. Hay muchos tirados en las alfombras, rezando o leyendo (supongo que el Corán). El sitio nos gusta muchísimo. Otra anécdota es que al entrar en el recinto donde está la tumba, no en la misma habitación, que es donde no me dejaron entrar, sino en la sala exterior, mi madre entra por el lado de las mujeres, y yo por el otro. Y a ella le dan una toallita para que se quite el maquillaje. No obstante estas calamidades, que a mi madre se le resbalaba el chador cada dos por tres, el recinto es impresionante, y merece mucho la pena por la riqueza decorativa que tiene. Finalmente, tras unos tres cuartos de hora, nos llevan de nuevo a la oficina del peregrino, pero… ay amigo, que nos está esperando un clérigo. Nos pregunta de donde somos, en qué trabajamos, que si es mi mujer (¿?). Nos cuenta que en Qom hay un importante seminario, con unos 100.000 estudiantes de teología (me hace gracia lo de teología. Digo yo que será islam, no de otras religiones…), de más de cien países, y de ellos, 30.000 son mujeres. Él es profesor en la universidad. Y después de esta breve introducción nos empieza a decir que el chiismo no sé qué, que el chiismo no sé cual… que qué nos sugieren las siguientes frases… Llevábamos 20 minutos con él, que ya nos quería llevar a su casa a conocer a su mujer, cuando aparece Azi, vestida con chador, a buscarnos, que tenemos que continuar camino. Finalmente salimos de allí a las 12, con una sensación agridulce. Por un lado nos ha gustado mucho el mausoleo, pero por otro hemos visto fanatismo como no habíamos visto hasta ahora…





Llegamos a Teheran a las dos y media, donde nos está esperando Alireza y donde con todo el dolor de nuestro corazón nos despedimos de Azi, que marcha de vuelta a Isfahan a pasar el Noruz con la familia. Alireza nos lleva a comer a un sitio tradicional donde solo sirven un plato llamado dizi, que es una especie de guiso con garbanzos y carne. Se separa el caldo por un lado y se le echan barquitos de pan, y por otro se machacan los garbanzos y la carne y se come después. Cuando acabamos de comer damos un paseíllo por un parque cercano, y después nos llevó a la zona norte de la ciudad (una ciudad de once millones de habitantes) a un bazar, donde la gente estaba ultimando las compras del noruz y no cabía un alfiler. Así que tras ver esto nos fuimos para el hotel, a descansar. Como las distancias en esta ciudad son enormes, tardamos casi media hora en llegar al hotel. La tarde poco más dio de sí. Bajamos a cenar a un restaurante frente al hotel, y a dormir pronto, que esta noche cambiaban la hora. Había que adelantar una hora, con lo que dormíamos una hora menos…






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