02 abril 2014

14-03-14 Persépolis, Naqsh-e-Rostam y Naqsh-e-Rajab


He de decir que hasta el momento, Persépolis es lo que más me ha gustado del viaje, y que sin duda, esto solo ya lo justifica. Como todos los días salimos a las nueve. Tras algo menos de una hora de viaje llegamos allí (entrada 150.000). Fue fundada por Darío I, y utilizada posteriormente por Jerjes y Artajerjes, aunque como homenaje a sus predecesores, las coronaciones de los reyes persas se seguían haciendo en Pasargada. Lo primero que vemos nada más llegar es la puerta de las naciones, el símbolo de Persépolis, quizás su imagen más famosa, y la que aparece en todos los billetes de entrada a los distintos monumentos.
Azi nos va explicando las distintas simbologías de los bajo relieves del palacio Apadana, la sala de audiencias, las características de los vestidos de los persas, de los medos, la lucha entre el león y el toro, a los que se les atribuye un significado cosmológico, de la lucha del primer mes del año contra el último, para simbolizar que el tiempo pasa. También las ofrendas de cada una de las 23 satrapías que en aquella época formaban el imperio persa. No hay demasiada gente y podemos disfrutar de las explicaciones y del recorrido.













A continuación, y aunque de estos se conserva bastante menos, los palacios residenciales, primero de Darío, y luego de los otros dos. También vemos un palacio con 99 columnas, que se utilizaba de tesoro, y otro de cien columnas. El palacio de Jerjes es el que más destruido está, ya que cuando llegó Alejandro Magno,  para vengar el incendio de Atenas por parte de Jerjes, arrasó con casi todo lo que pilló de él. También había un harén, sobre el que se ha construido un museo que está cerrado.

Nos llama la atención también una puerta en la que las figuras talladas a ambos lados son las mismas, pero simétricas. Luego yo me subo a una tumba que hay en la parte superior, para obtener una vista en perspectiva de todo el complejo.
Finalmente salimos del recinto cerca de la una de la tarde, después de tres horas allí. El siguiente destino es Naqsh-e-Rostam (entrada 100.000). Se tarda en llegar unos cinco minutos. En este lugar están las tumbas de Jerjes, Darío I, Artajerjes y otro Darío. Las tumbas están excavadas en la roca, tipo Petra. También hay alto relieves de la dinastía sasánida, del siglo III d.C., que se querían aprovechar del lugar para decir, eh, que nosotros descendemos de estos… Y otro edificio que lo llaman la Qbla de Zoroastro. Estas tumbas, al estar más expuestas a la intemperie, se encuentran bastante deterioradas. Aún así, bajo mi punto de vista, merecen la pena.




La última visita de la mañana está, por decir así, cruzando la carretera, es Naqsh-e-Rajab (entrada 50.000). Se trata de otros altorelieves sasánidas, con escenas de coronaciones del rey por AhuraMazda, el dios del zoroastrismo, al que todos rinden culto. Es un poco flojo, porque está bastante deteriorado, pero ya que estamos allí, hay que aprovechar para verlo.


A continuación solo nos queda ir a comer, muy cerquita de allí, un sitio con un buen buffet y nada caro. Total, que a las tres y media estamos de vuelta en el hotel, para descansar un rato, echarnos una siestecita, y coger fuerzas para la tarde. A las seis y media volvemos a salir otra vez. Azi nos lleva a la tumba del poeta Hafez, muy famoso y querido en Shiraz, una persona que hablaba siempre del amor, desde un punto de vista espiritual, un sufí, y cuya tumba es un lugar de encuentro. Hay un montón de gente y de ambiente. Azi nos comenta que los jóvenes enamorados se acercan a la tumba a leer los versos de este hombre, para interpretarlos. Me gustó el sitio, sobre todo porque es viernes por la noche y ya digo que hay mucho ambiente.



Luego nos llevan de paseo en el coche a la zona más moderna, donde vemos tiendas de Massimo Duti, Benettón, por supuesto Zara, Tag Heuer, Adidas… como cualquier ciudad grande. En esta zona acabamos cenando en un restaurante de fast food. Así llaman ellos a las pizzerías, pero hay que decir que las pizzas de aquí son mucho más jugosas, con casi tres pisos de relleno. Ya hemos terminado otro día, así que a descansar al hotel, que mañana toca patear Shiraz.

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