27 noviembre 2012

7 de agosto de 2012. Primer día de buceo en Nungwi.‏

Como en el hotel estaba visto que nos querían sablear, decidimos aprovechar la única comida que teníamos incluida, así que tras un buen desayuno, cogí los bártulos del buceo y para allá que nos fuimos. El centro escogido, de los varios que hay en Nungwi, fue el Spanish Dancer Divers. Adela me acompañó para ver dónde era y sobre todo para saber a qué hora me tenía que pasar a buscar. Las inmersiones del día las íbamos a hacer en Mnemba, una isla con pared de coral que estaba como a una hora de navegación. El barco era de madera, íbamos todos los buceadores con los equipos en la parte posterior de manera que el barco iba pinado hacia arriba de modo que el patrón no podía ver hacia dónde íbamos. Pero eso se solucionaba con el chaval que iba en proa avisando de lo que se encontraba… El chaval que iba el proa que estaba más dormido que despierto y al que el patrón tuvo que echar la bronca más de una vez porque no se enteraba de nada y se enredaba la hélice en restos de redes… Con otro español comentamos si no sería más fácil que nos distribuyéramos de manera más equilibrada en el barco, de manera que el patrón pudiera ver, pero se conoce que no es la costumbre por allí.

Al loro a la camiseta de Camarón...

Las inmersiones estuvieron bastante bien. Mi guía fue MJ, un tipo local (quiero decir, negro) que era bastante simpático y a mi me pareció que controlaba. La visibilidad del agua era estupenda y aproveché para ver peces desconocidos para mi, y algún nudibranquio interesante. 





En el descanso entre una inmersión y otra nos sacaron piña natural, plátanos, sandías y algo para beber. La segunda inmersión también estuvo bastante bien.





Aproximadamente a la hora convenida, las dos de la tarde, ya estábamos de vuelta en el centro de buceo, y allí estaba Adela esperando. Mientras yo estaba a lo mío ella se había recorrido todos los puestos y tiendas de Nungwi de modo y manera que la hacían la ola cuando pasaba… Bueno, esto es un poco exagerado, pero sí que sabían cómo se llamaba y le saludaban todos. Estuvo casi toda la mañana acompañada por una mujer masai y su bebé mientras intentaba encontrar unos pareos que le habían encargado (benditos encargos. Nota: por favor, si queréis que algo humanamente imposible sea posible, encargádselo a Adela. Ella conseguirá a base de tesón y esfuerzo que se convierta en realidad…).Y como todos le pedían de forma muy agradable que viera su puesto, pues ella con mucho gusto encontraba algo bonito en cada uno para comprar. Bien, en el centro de buceo aproveché para preguntar a un chico español que trabajaba allí dónde iría a comer él, un sitio local. Tras unas indicaciones pasamos por el hotel a dejar los bártulos y pegarme una ducha, y para el restaurante que fuimos.
Tardamos bastante rato en encontrarlo, no había entendido muy bien las indicaciones y nos perdimos varias veces (bueno, me perdí, que Adela no tenía culpa ni pena), así que aparecimos en la playa tras dar muchas vueltas, y el chico que estaba dormido en la proa del barco nos acompañó directos al lugar.
En el sitio no había nadie, solamente una señora con la que no conseguíamos entendernos muy bien. Le preguntamos qué había de comer, y nos dijo que casi no tenía nada. Bueno, si nos da lo mismo, qué te queda. Pues un poco de pulpo, alubias y arroz. Está bien, eso mismo nos vale. Es que no es muy abundante. No importa, es mejor que nada. Es que… La señora no paraba de poner problemas donde yo no los veía. Se notaba que la mujer estaba azorada y yo no entendía nada, hasta que uno de los hombres que estaba sentado en la típica piedra de fuera, entró y nos dijo: Es que es ramadán y hasta la salida del sol no puede servir comidas… Acabáramos… No hay problema. Take away is ok? Ok…
Así que de esa manera nos preparó en un envase de aluminio una estupenda comida de la que dimos cuenta en la habitación del hotel.

Tras un rato de descanso volví para hacer la inmersión nocturna, en esta ocasión solamente estábamos MJ y yo solos. Salimos andando del dentro de buceo, y andando nos metimos en el agua, una inmersión desde la orilla. A mi las inmersiones nocturnas me encantan y esta no me decepcionó. Vi, entre otras cosas, seis especies de morenas distintas. Disfruté un montón. Tras una hora de inmersión salimos andando del agua y para el hotel, a dar cuenta de los restos de comida que se habían convertido en nuestra cena (ya he dicho que no estaba dispuesto a dejar ni un duro).
 









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