07 septiembre 2017

22-08-17. Despedida de Luang Prabang y llegada a Bangkok.



No sabíamos muy bien qué hacer en esta última mañana. Nuestro vuelo a Bangkok salía a las cuatro y media de la tarde, con lo que había que salir del hotel hacia el aeropuerto a las dos y media. Teníamos que devolver la moto que habíamos alquilado el día anterior y hacer las maletas, y también nos habíamos planteado hacer una excursión de medio día para estar con los elefantes o bien acercarnos en un bote a ver las famosas cuevas de Pak Ou. De estas cuevas había leído opiniones diversas, unas que están bien, otras que no merecen la pena, y otras que ni fu ni fa, que si hay un rato libre pues vale. La cuestión es que se tarda dos horas en ir y una en volver, más el rato que tuviéramos que estar allí. Además ya tuvimos un poco bastante con la cueva que visitamos en Vang Vieng, con lo cual, para ir apurados, desechamos la visita a la cueva. Además el día anterior por la noche Adela se dio cuenta de que la costurera no le había devuelto la blusa que usó como modelo, por lo que nos teníamos que acercar una vez más. Lo de los elefantes, aunque sí que nos llamaba la atención a los dos, no sabemos hasta qué punto tratan bien a los animales o es un negocio para ellos, y no quisimos contribuir. Y aunque era una actividad de medio día tampoco sabíamos exactamente los horarios (bien es cierto que no preguntamos) y finalmente optamos por quedarnos tranquilamente y dar un último paseo.
Aproveché antes de dejar la moto y primero fui a por la blusa. Luego ya volví andando hasta el hotel. Preparar las maletas también nos llevó lo suyo, ya que habíamos comprado bastantes cosas y solamente podíamos facturar 20 kg. y 7 kg. en la de mano (que afortunadamente no nos comprobaron).
Dimos el paseo casi sin ganas. Hacía un calor horroroso, y prácticamente no hay una sombra donde meterse. Nos acercamos a la zona del río para ver si refrescaba algo, pero enseguida se acaba. También aprovechamos para ver el Wat Pa Huak, que pillamos cerrado dos días antes. Las pinturas murales no están mal, pero no son nada del otro mundo. Nos sirvió para estar a la sombra un rato.




Finalmente después de deambular conseguimos que se hiciera la hora de comer y gastamos los últimos kips que nos quedaban. Llegamos al hotel prontito y aprovechamos también para descansar un rato antes de ir al aeropuerto. Se portaron bien con nosotros, nos dieron dos botellas de agua fresquita que nos supieron a gloria.
En el aeropuerto los trámites se dieron bien y no nos tocó esperar mucho, todo salió en hora y llegamos a Bangkok también en hora. Con las maletas tampoco tuvimos ningún problema. En lo que pasamos control de pasaportes y aduanas, ya estaban en la cinta. Luego nos pusimos en la cola para coger un taxi, que había bastante gente pero avanzaba rápido, y en un cuarto de hora ya estábamos de camino. Aquí empezamos a darnos cuenta de lo que era Bangkok. En el viaje de ida habíamos ido de un aeropuerto a otro temprano por la mañana, un sábado, y casi no había tráfico, pero ahora era horroroso. Tardamos casi una hora en llegar al hotel, y eso que fuimos por la autovía (que se paga aparte del taxi). Cuanto más nos acercábamos al centro, más lento iba el tráfico. Finalmente llegamos al hotel, entre grandes nubarrones. Fue un gran contraste, pasar de la tranquilidad de Luang Prabang al tráfico caótico de Bangkok.
Después de dejar las maletas en la habitación subimos a ver las vistas desde la piscina, situada en la planta 20. Eran alucinantes.


Luego ya nos dimos un paseo hasta el cercano mercado nocturno de Pat Pong, a la vez que nos íbamos ubicando en el barrio. No nos quedó más remedio que comprar alguna cosilla, por ir cogiéndole el tranquillo a los baths, pero fue solamente una primera toma de contacto. Al final acabamos cenando en un restaurante chino, donde pedí crispy pork, que acabó siendo… torreznos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario