02 septiembre 2017

17-08-17. Camino a Nong Khiaw.



Después de un rico desayuno de zumo de piña natural, fruta fresca y huevos revueltos nos pasaron a buscar al hotel y desde allí nos llevaron a la estación de vans. Hubo un poco de desbarajuste con las plazas porque cuando ya estábamos todos acoplados llegaron cuatro personas más, e hicieron salir a cuatro de nuestra furgo para meterles en otra, que yo pensaba, no sería más fácil que metieran directamente a los cuatro nuevos que no andar subiendo al techo a descargar maletas? Bueno, como fuera nos acoplaron, y cuando llevábamos un cuarto de hora de camino paramos de nuevo a coger a los mismo que habían mandado al otro vehiculo, que aquí llaman indistintamente minibús o van, pero que realmente es una furgoneta que tiene 12 plazas. A nosotros nos volvió a tocar en la fila de atrás (tres de tres) pero en esta furgoneta la suspensión estaba hecha una pena, pero pena de llorar, y estuvimos pegando botes las cuatro horas largas que duró el camino, con un par de paradas para que el señor conductor comiera y se fumara un par de pitillos, aunque el resto estuviéramos esperando.
Afortunadamente nuestro alojamiento estaba prácticamente enfrente de la parada, ya que queríamos descansar de tanto bote. El sitio muy chulo, tanto que comimos aquí mismo, con unas buenas vistas al río.

 

Después de la tradicional siesta nos fuimos andando a ver el resto del pueblo. O más bien, la calle que es el pueblo. Nos encontramos de nuevo con una pareja de Madrid con los que habíamos coincidido en otro par de sitios (y un par de furgos), llegamos al puente a hacer unas fotos, pero como estaba empezando a llover bien otra vez (la anterior no nos pilló porque fue durante la siesta) emprendimos el regreso.



Preguntamos en una agencia cuando nos costaría ir a Muang Ngoy y volver en el día, y con viaje organizado eran 65$. Esta parte del viaje estaba un poco en el aire. No sabíamos si ir y volver en el día o quedarnos a dormir allí, era el único hotel que no estaba reservado. Como el viaje en bote de línea eran 3€ decidimos ir a la aventura. El resto de la tarde lo pasamos tomando una cervecita y charlando con una pareja, ella colombiana, él holandés, compartiendo experiencias y pasando un buen rato, en definitiva.
De vuelta al hotel se nos había hecho la hora de cenar, y sin más que hacer, al catre a dormir un ratito.

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