07 marzo 2014

Atrapado en el tiempo en Tromso (VI). Helsinki y vuelta a casa. 11 de febrero de 2014.


Acostumbrados a que amaneciera tan tarde, sobre las nueve, entre que estábamos más al sur y con una hora más, amaneció muy pronto. Si a eso le sumamos el ruido de las máquinas recogiendo la nieve caída en la noche anterior, nos encontramos con que dormí penosamente. Al despertar me encontré a la rubia durmiendo en la cama que me había ofrecido. Había sido expulsada de la otra...
El cambio de país no tenía necesariamente que implicar un cambio de costumbres. Aunque nos despertamos pronto estuvimos remoloneando sin hacer nada, viendo vídeos en el portátil. Cuando por fin nos pusimos en marcha, nuestra primera tarea fue encontrar un sitio para desayunar. Encontramos rápidamente una especie de kiosko donde vendían café de máquina y bollos. Aquí ya nos manejábamos en euros. Nos dirigimos, para no perder la costumbre, a la oficina de turismo del lugar. Allí cogimos distintos folletos de información, por el simple hecho de coger algo gratis, porque luego no valía para nada...
Esta oficina de turismo, a la que llegamos tras un cuarto de hora andando, quedaba en pleno centro y desde allí ya nos movimos a ver las cosas más importantes. Primero nos acercamos a ver el mar, que estaba helado. Lo comprobamos tirando trozos de nieve helada. La niebla nos impedía ver a lo lejos, pero era un paisaje bonito. De allí mismo, a la catedral ortodoxa. En las fotos se puede ver la niebla que hacía. Realmente nos dedicamos a vagabundear con calma y pereza, conscientes ya de las últimas horas que nos quedaban de vacaciones, como si yendo despacio se pudiera alargar el tiempo.



Nos acercamos andando, por la calle principal, hasta la siguiente catedral, la luterana. El suelo lo estaban limpiando, y pese a la nevada caída el día anterior, estaba bastante limpio. Ambas catedrales son más bonitas por fuera que por dentro. Estos luteranos son gente muy severa. En esta misma plaza también está el parlamento.


El siguiente punto del recorrido era la estación de trenes, bastante chula, como salida de un cómic.



De allí, ya solo nos quedaba acercarnos a la iglesia de la roca, que yo no conocía de mi interrail del año 99, y que fue lo que más me gustó de todo el recorrido. Para llegar pasamos al lado del museo de arte contemporáneo, que ni fu ni fa, y también atravesamos por el auditorio, muy bonito. Allí un señor, que nos vio mirando el mapa, se nos acercó para ver si necesitábamos algo, y cuando vio que éramos españoles se puso a hablar en castellano, todo majete el hombre... Que le gustaba Tenerife, decía... También entramos en el museo nacional de Finlandia, ubicado en una antigua iglesia, pero la entrada era algo cara y tampoco parecía haber cosas de mucho interés, así que no pagamos y nos fuimos a la de la roca. Aquí de nuevo el gps de Anuar nos vino bien.


Ya se nos estaba acabando el tiempo, teníamos que volver al aeropuerto, así que nos acercamos de nuevo a la estación de trenes, ya que desde allí salía el bus. Pero antes entramos en un McDonalds, como no podía ser de otra manera. En cualquier viaje que se precie hay que entrar por lo menos en uno. El trayecto al aeropuerto esta vez, al ser de día y casi hora punta, nos llevó algo más de tiempo, tres cuartos de hora, y una vez allí a esperar a embarcar. Nos despedimos de Isa, que se iba a Barcelona, y allí la dejamos, toda triste. Ya en Barajas recogimos las maletas. No las teníamos todas con nosotros, ya que las habíamos facturado directamente a destino casi 24 horas antes en Tromso. La mía llegó calada, pero la de Anuar llegó rota, así que nos acercamos al mostrador a poner la reclamación correspondiente.
Y nada, solo nos quedaba el bus a Madrid, que cogimos en el mismo aeropuerto, y en el que me llevé la agradable sorpresa de que, al igual que los aviones modernos, cada pasajero tiene su pantalla de televisión para ver la película que quiera.
Con esto termino la crónica de este viaje. Como resumen, ha merecido la pena. Repetiría. Pero me deja una sensación de no haber aprovechado el tiempo todo lo que hubiéramos podido. Gran parte de la culpa de esto ha sido mía, aunque en ningún momento quise imponer mis criterios al resto del grupo, ya que iba de acoplado, con el ánimo de integrarme en lo que se decidiese. Pero, no por nada, sino por ser el que tenía más experiencia en viajes, les debería haber razonado un poco más, o participar en la planificación.
Pero bueno, ya está pasado, y no os preocupéis que en breve volveremos con más aventuras.

1 comentario:

  1. vaya cera que repartes nacho!!!!!
    un viaje al que vas y que no organizasssss.....

    me mola el viaje mil. espero poder hacerle y en tan buena compañiaaaa.

    abrazoteee

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