28 marzo 2014

09-03-14 Kerman – Rayen – Mahan – Kerman


A las nueve nos encontramos en la puerta del hotel, y nos dirigimos a la ciudadela de Rayen, que está como a una hora y cuarto de Kerman. Kerman tiene cerca de dos millones de habitantes, y como no edifican a muchas alturas, hasta que sales de la ciudad te lleva un rato.
Rayen es una ciudadela de adobe (entrada 150.000 riales), conocida a raíz del terremoto que asoló en 2003 a la ciudad de Bam. De momento todavía sigue en reconstrucción, y como alternativa se empezó a visitar (y reconstruir) Rayen, que anteriormente pasaba desapercibida por el esplendor de la otra. En Rayen estamos como hora y media. No es demasiado grande, unos 5000 m2. Azi nos explica que es de época preislámica, de la dinastía sasánida. Tiene una zona para el gobernador, otra para los nobles y otra para el pueblo, además del almacén de comida también utilizado como mezquita, y los establos. Su visita nos lleva hora y media.




Después volvemos camino de Kerman, parando en Mahan. Primero visitamos unos jardines fuera de la ciudad (entrada 150.000 riales), donde nada más llegar nos llama la atención la cantidad de agua que hay corriendo. Viene de las montañas cercanas, unas montañas nevadas y bastante altas. En los jardines se respira un ambiente de tranquilidad y relajo. Azi nos da la opción de comer allí, y así lo hacemos, nuestra primera comida iraní. Pedimos de primero un guiso-revuelto de berenjena con salsa de yogur, y de segundo yo un guiso de cordero con nueces, yogur y menta, y mi madre una trucha. En total, 520000 riales, unos doce euros los dos.
Cuando terminamos de comer nos acercamos al pueblo de Mahan, a ver el mausoleo de un famoso sufí, Shah Nematollahe Vali. Azi nos explica un poco acerca del sufismo, y de la importancia de la tumba de este hombre, centro de peregrinación (entrada 30.000 riales). El mausoleo por dentro no es gran cosa, pero cuando ya nos estamos yendo me hace una seña un hombre que estaba limpiando. Le sigo y nos lleva a una habitación rícamente decorada, con escritura pintada, que me gusta mucho. Luego este mismo hombre nos abre una puerta para que podamos subir al tejado y ver las vistas. Las escaleras son bastante empinadas, así que solo subo yo.





Concluida la visita volvemos a Kerman. Primero nos para en una tumba de un antiguo gobernador, en las afueras. Allí el chófer nos ofrece café, que ha preparado en un momento en el maletero del coche, con un camping gas y una cafetera italiana. También nos ofreció té. Esto sí que es ir equipado. Luego Azi nos lleva a ver el bazar. Nos dice que por la tarde tiene mucha más animación que por la mañana. Antes vamos a cambiar dinero, que ya es hora. Muy cerquita del bazar nos llevan a una casa de cambio (1 euro a 41000 riales) y ya podemos pagar nuestras deudas a la guía, que hasta este momento ha sido ella quien ha pagado comida y entradas. En el bazar no hay gran cosa. Para turistas, solamente unos bordados de lana. El resto, tiendas de ropa para ellos… y para ellas. Al final, después de una larga calle, desembocamos en una plaza, donde se nos acerca un señor a preguntar de dónde somos, y a dar palique a la guía, mientras esperamos al coche. 

Una vez en el coche nos acercamos al hotel a descansar un rato (de 6 a 8). A las ocho hemos quedado a cenar, pero primero nos llevan a dar una vuelta en el coche por las calles más comerciales. Para cenar nos sugiere una pizza, al estilo iraní, y es lo que acabamos cenando, mucho más jugosa y con más relleno que las normales, acompañada de una ensalada y patatas fritas. En la pizzería se le acerca una niña a mi madre a preguntarle de qué país somos, y si nos está gustando Irán, muy tímida. Y ya para terminar el día, le decimos a la guía que preferimos volver al hotel andando, ya que estábamos en la misma calle. Llegamos tras media hora de paseo. Ya lo dice el refrán, la comida reposada, y la cena paseada…

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