25 diciembre 2018

26-11-18. Guepardos en Tenikwa, Birds of Eden, Robberg Nature Reserve y Tsitsikamma National Park.


Otro día que empezábamos madrugando. A las 7:15 teníamos que estar en Tenikwa, un centro de recuperación de animales, a 55 km de Knysna. Teníamos reservada la actividad con los guepardos. Para mí, sin duda, fue el momento del viaje. Tras un vídeo de seguridad de un par de minutos, haces un paseo con ellos, que están a su bola, durante hora y media. Nosotros éramos tres, Adela, otra señora y yo, y estuvimos a placer.







Después de un café comenzamos la segunda parte de la actividad, que en nuestro caso fue visitar los recintos del resto de felinos que tienen en el centro: leopardos, leones, caracales, servales… todo fenomenal. Hay animales que permiten ser reintroducidos en la naturaleza y otros que no, y estos los tienen en los recintos.









Tras cuatro horas encantados no nos queda otra que seguir camino hasta la siguiente actividad, Birds of Eden, muy cerquita de Tenikwa. Es un área enorme, cubierta por una red, donde hay una variedad de pájaros increíbles. Hay un recorrido marcado, con distintos comederos, donde acuden los animales, que deben estar casi acostumbrados y no se asustan demasiado. La visita en teoría era de ¾ de hora, pero estuvimos más de hora y media. Nos gustó muchísimo. Acabamos comiendo en el pequeño restaurante que tienen dentro.





















Al acabar, y para demostrarme a mí mismo que no estaba mayor, y que lo del día anterior había sido una pájara pasajera, deshicimos camino andado hasta Robberg Nature Reserve. No tenía yo ganas de dejar otro lugar sin ver. Estuvo bien, hicimos la ruta sencilla, unos dos kilómetros, y tuvimos la suerte de ver delfines que iban de paso. Nos gustó el recorrido.




Ya no nos quedaba otra que seguir hasta el destino final, un poco apurados de tiempo, en las oceanettes de Tsitsikamma. Nos tocó una de la fila inferior, y allí estuvimos media tarde hipnotizados, contemplando cómo rompía el mar frente a nosotros. El tiempo era lluvioso, lo que daba un poco más de encanto al paisaje, según iba anocheciendo. Acabamos cenando en la habitación (también por no subir los tres pisos de escaleras andando). Por una vez, al día siguiente no teníamos que madrugar demasiado.


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