19 diciembre 2018

20-11-18. Primer día en Ciudad del Cabo.


Tenía claro que la primera visita que había que intentar hacer era subir a Table Mountain, por las condiciones cambiantes del tiempo. Desde la ventana de nuestra habitación teníamos una perfecta vista de la montaña, la cual amaneció toda cubierta. Ante la imposibilidad de subir nos decidimos por recorrer el centro. Paseamos por Long Street, que se encontraba a cinco minutos andando del hostal, y luego callejeamos hasta encontrar el ayuntamiento. De ahí al fuerte (o castillo) había un paso. 



No estaba mal. No entendí muy bien por qué no iban a hacer no sé qué de un cañón, pero iban a hacer una representación de otra cosa de unas llaves… Bueno, la cosa es que salió gente disfrazada de época colonial, pidieron las llaves al jefe para cerrar la puerta, comprobaron que no había moros en la costa (no sé si el políticamente correcto decir esto) y acabado el paripé abrieron la puerta otra vez. 




Desde aquí nos acercamos al Trafalgar Flower Market, un mercado de flores que yo me esperaba un poco más grande. Yo andaba busca que te busca, a ver si encontraba el Saint George Mall, pensando que sería un centro comercial, ya que había leído que era un buen sitio para comprar recuerdos. Después de dar vuelta a tres o cuatro manzanas siguiendo el gps sin encontrar el dichoso mall me di cuenta que realmente Saint George Mall no es un sitio, sino la calle, que se llama así y que está llena de puestos ambulantes.
Acabamos en el Green Market, verdadero mercadillo donde los vendedores no dan la paliza demasiado y allí hicimos nuestras primeras compras.
Desde aquí nos acercamos al barrio musulmán de Bo-Kaap, a ver sus coloridas casas y sus simpáticas cuestas.



El día estaba cambiando rápidamente, así que tras una breve siesta después de comer, decidimos que era nuestro momento de subir a la Table Mountain. Estaba prácticamente despejado. Dejamos el coche en un aparcamiento en la zona inferior, justo donde se coge un bus gratuito que te lleva a las taquillas. Como llevaba la entrada comprada desde aquí no tuvimos que hacer cola. Además no había prácticamente nadie. Fue entrar en la zona de espera y comprobar la velocidad del tiempo cambiante de Ciudad del Cabo, del que tanto me habían prevenido. Se empezó a meter una nube de manera que al montar en el teleférico todavía se veía algo la cabina superior, pero al llegar arriba no se veía un clavel. Corre que te corre nos metimos en una cafetería-restaurante, pedimos un chocolate caliente para entrar en calor, y estuvimos esperando a ver si amainaba, porque había un vendaval del demonio, cayendo agua a todo meter. Esperamos como hora y media, hasta que empezó a sonar por megafonía que lo iban a cerrar, y que todo el mundo abajo. No pudimos hacer ni una foto. Paramos un poquito en la tienda de regalos, pero también nos avisaron que cerraban ya. 


Un poco desilusionado por no haber visto nada, salimos con el coche. Abajo estaba totalmente despejado. Al mirar atrás vimos que se estaba poniendo el sol, así que en lugar de enfilar para Ciudad del Cabo cogimos la otra dirección, para llegar a la playa de Camps Bay, donde pudimos disfrutar de un bonito atardecer.


Para cenar me apetecía ir al Mamá África, que nos pillaba a diez minutos andando del hotel, así que fuimos para allá. No habíamos reservado y nos tocó esperar casi tres cuartos de hora. Al final compartimos mesa con otras dos señoras con las que no intercambiamos una palabra en toda la cena. Había un grupo de música tocando en directo, que sonaban fenomenal. En general fue una muy buena experiencia, totalmente recomendable. Es verdad que es un poco turistada, pero nos encantó.

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