23 diciembre 2018

24-11-18. Día de transición entre Robertson y Oudtshoorn.


Después de un rico desayuno a todo trapo, de bacon, huevos, salchichas… que el simpático dueño de la casa nos sirvió en mandil, nos pusimos en marcha, tras unos últimos consejos sobre el camino: que la carretera hacia Montagu estaba en obras, que solamente eran unos pocos kilómetros y que luego ya estaba bien.
Efectivamente. Lo que el dueño de la casa no nos contó, y que explica por qué fue imposible encontrar otro alojamiento en la zona, fue la marcha ciclo turista que tenía cortada la carretera justo en el cruce a Montagu. Y no era una carrera normal, que pasa el pelotón en diez minutos y la abren. No sé la cantidad de gente que habría, no exagero si digo que miles, debían estar todos los equipos aficionados de Sudáfrica. Pasaban juntos, por equipos, de paseo. Unas simpáticas agentes de tráfico nos dijeron que la carretera iba a estar cortada más de dos horas y media, así que decidimos ir a Swellendam, donde en teoría teníamos que haber dormido según el plan inicial. Aparcamos el coche, dimos un pequeño paseo, hicimos unas compras, y como habíamos leído en el foro buenas recomendaciones para coger la carretera de Montagu, desandamos el camino inicial hasta nuestro punto de partida. En Swellendam, por cierto, estaba la meta de la marcha ciclista, algunas calles cortadas, y según salíamos vimos a los primeros que estaban llegando.


Después de los 45 km de ida y otros tantos de vuelta ya habían abierto la carretera, así que por fin cogimos la ruta por Montagu. Como esto es cuestión de gustos he de decir que no nos gustó especialmente. Tuvimos que parar varias veces por las obras. Al final, poco antes de llegar a Barrydale nos desviamos por el camino por el que hubiéramos aparecido si hubiésemos ido directos de Swellendam a Barrydale, y ese cañón, el cañón del río Tradou, nos gustó bastante más. Tras recorrer solamente 10 km de ida y otros tantos de vuelta, por fin llegamos a Barrydale a la hora de comer (española).
Paramos en un sitio que nos había recomendado el dueño del hostal, y resultó todo un acierto, el Diesel and Cream, un lugar que estaba decorado como los sitios de carretera americanos de los años 50 y donde la comida estuvo bastante bien.


Seguimos ya sin parar hasta el desvío al Swartberg Pass, donde la carretera se convierte en un camino que presagiaba lo que estaba por llegar. El Swartberg Pass fue un hito de los primeros exploradores, una obra única de ingeniería para atravesar la cordillera que se presentaba ante nuestros ojos como un camino de cabras. Sin poder exceder de los 20 km/h, sudando las dos veces que nos cruzamos con un coche, ya que quedábamos del lado del vacío, y dando botes como en el famoso masaje masai de Tanzania, la verdad es que disfrutamos bastante, tanto de la conducción como de las vistas. Nos sentimos un poquito partícipes de la gesta de esos primeros exploradores. 




Una vez llegamos a la cumbre, como suele pasar alguna vez en nuestros viajes, empecé a sudar tinta al llegar el coche a la reserva. Bajamos por el lado contrario con el culo prieto hasta que llegamos a la población de Prince Albert. Llegamos a la gasolinera y… estaba cerrada. Además estaba haciéndose de noche. Paramos al primer matrimonio que vimos por la calle y les preguntamos por una gasolinera. Nos miraron con cara rara y nos dijeron, pero si de donde venís hay una…. Yo les miro con cara de no entender nada y les digo, pero si está cerrada. Ya se relajan viendo nuestra confusión, se ríen y nos dicen, ah, sí, esa es la vieja, un kilómetro adelante está la nueva.
Hicimos los 111 km. que nos quedaban hasta Oudtshoorn de noche, también tuvimos que parar porque la carretera estaba en obras, y finalmente llegamos a destino, bastante tarde, porque nuestro anfitrión en el Lodge 96, un simpático galés, llevaba una hora viendo jugar al rugby a Gales contra Sudáfrica, ganando Gales, y llevaba un par (o quizá alguna más) de cervezas encima y estaba contentillo. Aun así se portó fenomenal con nosotros, y nos dio un par de vales de descuento para las actividades del día siguiente, que iban a empezar súper temprano, así que tras picar algo en la habitación, nos fuimos a descansar del día de carretera.

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