21 julio 2017

21-07-17. Kayama North, Nobaru Drop, Manta City.

A pesar de todas las buenas intenciones de ayer la realidad se impone. Éramos en el barco 16 buceadores, todos nuevos del día, excepto yo. Y varios de ellos haciendo el curso de descubre el  buceo, así que no se iba a meter el capitán en berenjenales. De todas formas creo que el guía lo intentó con toda su buena voluntad, porque me llevó a los sitios donde estuve el día que libró él, y los eligió pensando que eran nuevos para mí. Hoy en mi grupo éramos cuatro, un francés (que está casado con una rusa y vive en Hong Kong, las horas de ocio en el barco dan para mucho) y dos chinas, una de ellas con una capucha de oso panda, que yo pensaba, anda que como piensen de mí los que me vean con mi cresta de esquiar igual que yo de esta... Total, que la del oso panda no paraba de moverse y de aletear en el agua, así que pasó lo que tenía que pasar, a la media hora se había chupado la botella, tuvimos que hacer la inmersión más corta.








Para la segunda inmersión el guía le dijo que no hacía falta que se moviera tanto, que se tranquilizara, todo con muy buenas palabras, y bueno, no mucho pero algo mejoró. Volvimos a entrar en la cueva de los millones de peces, pero más hacia el fondo. Estuvo chulo.







Para fin de fiesta volvemos a ver a las mantas. Cuando llegamos hay una, la misma del otro día (se las distingue por las manchas), y es impresionante. Pero al poquito se va. Aguantamos cinco minutos y empezamos a recorrer la zona, hasta que al rato vuelve otra vez. La china haciendo justo lo que te dicen que no hay que hacer, subir por encima del guía, acercarte a la estación de limpieza donde están las mantas... en fin, menos mal que es el final de la inmersión y ya nos vamos. La verdad es que ha sido una bonita manera de rematar.






Al acabar en el barco hoy ya toca la tristeza de recoger, y también de pagar. Al cambio actual han sido 18 inmersiones, por 872 €, hace un total de (como dirían en el 1,2,3...) 48,5 la inmersión, comida incluida. Intento comprar una camiseta, pero no tienen de mi talla. Quedo con ellos en que me la dan al día siguiente, cuando me traigan mi equipo enjuagado y seco. Al llegar al hotel aclaro bien todo el equipo fotográfico, me lleva casi una hora. Y con poco tiempo más cojo el bus a las 18:45. He quedado para cenar en un yakiniku (el que no sepa lo que es que lo busque si tiene ganas) con el guía y su mujer, ambos interesantes y encantadores. Como es un buffet libre se paga al entrar, tarifa fija, y decido invitarles por lo bien que se han portado conmigo. Es una buena velada. Al final me regalan la camiseta que había pedido, que la habían llevado por si acaso.

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