13 junio 2011

La carretera infernal.

Nuestro acompañante, más que guía, está puntual como todos los días, esperando. Las maletas afortunadamente entran en el coche. A presión, pero entran. Menos mi mochila de mano, que lleva él en el asiento de delante.
No es verdad, como comentan por ahí, que se tarde 7 horas en recorrer el camino hasta Bukhara. Nosotros tardamos 9. La carretera es infumable, peor que mala. Estaban de obras y nos llevo dos horas hacer 50 km. No por atascos o retenciones. Es que con los baches el coche no podía ir más rápido.
Así que 9 horas para hacer 450 km. Eso sí, paramos a comer en un sitio de carretera fetén. El baño era una fosa séptica que según te ibas acercando se te quitaban las ganas de todo. Pero en medio del desierto no se puede pedir otra cosa, así que en poco más de media hora estábamos de nuevo en ruta.
De momento del estómago bien, y eso que nos lavamos los dientes con agua del grifo y comemos fruta sin pelar...
Al llegar al hotel en Bukhara, el Zargaron (cuidado porque hay Zargaron y Zargaron Plaza), nos dan entre disculpas la última habitación, diciendo que lo sienten y que mañana queda una libre. Hombre, la habitación no está mal. Las camas hundidas como las típicas de las casas de los pueblos, pero el baño está bien y es amplia. Otra pega es que tiene cristales en la puerta y supongo que mañana entrará luz.
Entrará mañana, porque lo que es hoy, no entra nada de luz. Están a oscuras en todo el pueblo por unas obras que afectan a un transformador. Dicen que en una hora espera que lo arreglen, pero nada, tardan tres horas. Por supuesto esto no es culpa del hotel, ya digo que afecta a toda la ciudad. Además en el hotel tienen el detalle de darnos una copita de vino como compensación.
Nos hemos quitado a nuestro acompañante del medio, diciendo como los lunnis, buenas noches, hasta mañana... Así que aprovechamos para dar un paseo, ya que el hotel se encuentra en pleno centro, justo al lado de la madraza de Miri Arab. Como además no hay luz, no podemos hacer otra cosa. 



Al ratito de regresar al hotel ya vuelve la luz. Así que aprovechamos para mirar el correo, pagando 3000 sums. Aprovechamos también para cambiar dinero. Nos lo dan a 2500 sums el euro, mejor que el guía.
En general las comidas se pagan en sums, pero todas las compras las hemos pagado en dólares o euros, así que no hace falta cambiar mucho dinero.
Luego nos vamos a cenar a un sitio que nos recomiendan en el hotel, justo a la vuelta. Se llama Dolon y está lleno de otros turistas españoles. Al final, 23500 sums, menos de 10 euros por cenar los dos. Y además hemos estado a nuestro aire y hemos comido lo que nos ha dado la gana, sin que el guía haya elegido por nosotros. Bien es cierto que solo hemos tomado un plato cada uno, pero es que no hace falta cebarse para cenar bien. He tomado Pilaf, que me ha hecho gracia por aquello de que era uno de los malos de Bola de Dragón.
Mañana, la visita de Bukhara.

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