15 noviembre 2017

15-11-17. Dos inmersiones y media.

Se me olvidó contar que ayer, entre inmersión e inmersión, vimos unos delfines, y nos pusimos a perseguirles. Nos dijeron que nos tiráramos al agua, a su paso, para estar un rato con ellos. Yo me tiré tarde porque estaba grabando un video, y a pesar de dar aletas un buen rato no llegué a tiempo. Pero bueno, el resto de la gente tampoco llegó a tiempo. Total, que vuelta al barco otra vez y segundo intento, que vuelve a ser infructuoso. La tercera vez yo casi no tenía ganas de tirarme, de lo cansado que estaba de nadar para intentar llegar, pero ahora calculan mejor donde nos dejan y esta vez sí que llego. Estoy un buen rato nadando con ellos, justo al lado, viendo cómo se sumerjen y vuelven a salir. Una gozada. Además nos avisan que acaban de ver un tiburón tigre siguiendo a los delfines, pero ya no le encontramos.
El caso es que hoy nos pegamos el gran madrugón, a las seis y cuarto ya desayunados para intentar salir cuanto antes. Se avecina mal tiempo y queremos intentar hacer tres inmersiones antes de que entre el temporal. La primera la hacemos en un pecio, el Nebo, al que podríamos llamar el barco de los nudibranquios.









Para la segunda toca repetir la inmersión con cebo. Con la particularidad de que al ser la segunda llegamos cuando los barcos que han hecho esta inmersión como primera se están yendo. Así que al final estamos nosotros solos. Nosotros que somos el matrimonio holandés, el guía y yo. Quizá un poco menos de tiburones que el otro día, pero que sin duda disfruto más al haber menos gente.














En la tercera inmersión volvemos a la cueva de los reggies. Tres veces y cada una de ellas totalmente distinta. Hoy aparece una tortuga comiendo tan tranquilmente. Cuando llevamos 25 minutos de inmersión el guía de pronto nos hace señales rápido que se acaba el buceo, y que subamos inmediatamente, sin parada de seguridad ni nada. Ha oído el motor del barco haciendo señales, lo que quiere decir que finalmente ha entrado el temporal.




Y efectivamente, cómo ha cambiado la cosa en menos de media hora. Y nos dice que solo es el inicio. Así que de vuelta al puerto a toda leche. Tengo que llevar la capucha puesta de los perdigonazos que son las gotas de lluvia contra la cabeza. Tenemos que comer dentro de la casa del viento y de lo malo que hace, y ya veremos si se puede bucear mañana, que sería mi último día. Nada que no esperase, por otro lado. Se tira jarreando toda la tarde, casi sin poder salir de la habitación. Nos dicen que mañana no pongamos la alarma, que durmamos todo lo que queramos, y que si se puede bucear, ellos nos despiertan.
Aprovecho para hacer la compra del desayuno, comida y cena de los días que esté en el parque, ya que mañana ya duermo allí. Y luego nos vamos a cenar a Sabastian's, yo tomo una rica hamburguesa, mientras intercambiamos historias de viajes de buceo y pensamos en nuevos destinos...

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