22 julio 2015

17-07-15 Liberty Wreck y Drop Off



Este día , por fin, me iban a llevar al Liberty, el famoso pecio de la segunda Guerra mundial que está en Tulamben, en la costa noreste de la isla, a una hora de camino. No habíamos podido venir antes porque había temporal, y como el buceo aquí es de infantería no se podía entrar en el agua. Este es un barco americano de carga que fue torpedeado por los japoneses, pero no consiguieron hundirlo. El capitán intentó llegar a puerto hasta que al final no le quedó más remedio que dejarlo varado en la playa. Así estuvo desde 1941 hasta 1963, esperando que alguien lo arreglara, pero en esa fecha la erupción de uno de los volcanes de la isla, y la posterior corriente de lava arrastró al barco hasta su posición actual, hundido a unos 30 metros de la costa. Llegamos al sitio de buceo, y enseguida vienen las porteadoras para llevar el material. Se ponen en la cabeza dos botellas. Madre mía. La inmersión promete, hasta que me doy cuenta que me ha entrado agua en la carcasa de la cámara. A partir de ahí se acabó el disfrute. Y claro, qué voy a hacer, cancelar la inmersión, cosa que ya es bobada, una vez que ha entrado agua, o seguir intentando que no entre más… pues esto último. Eso sí, en cuanto pude, para arriba. Una vez en superficie intento reanimar la cámara, pero no hay manera. Me da error de objetivo. Y eso que parece que la electrónica funciona bien, pero el objetivo no acaba ni de entrar del todo ni de salir del todo. 







La segunda inmersión, a 200 metros de la primera, para lo cual fuimos en furgoneta, pues estuvo bien sin más. No se pudo disfrutar del todo, pensando en la cámara. Es una zona en la que suele haber mucha vida, pero debido al temporal de días atrás los bichos o se habían escondido o se habían ido. Es una pared de coral bonita, con bastantes gorgonias. Para comer nos llevaron a un buffet libreen un sitio con una piscina estupenda, y allí que nos metimos todos a refrescarnos (poco, que estaba el agua como babas) y a quitarnos la sal. Y rápido a la sombra, que hacía un sol de justicia.
Una vez terminada la tarea, camino de vuelta en la furgoneta a Candidasa. Con tan buena suerte que cuando nos falta un cuarto de hora para llegar a destino (yo iba ligeramente traspuesto) un ruido en el motor hace que el conductor detenga inmediatamente el cacharro. Pues nada, se ha estropeado la correa del ventilador. Empiezan a sacar cajas de herramientas pero no hay manera. Llama a un amigo por teléfono, que viene en moto y le acerca a un pueblo para comprar la correa nueva. Total, que una hora parados en la carretera, en medio de la nada. Menos mal que Ludo, el guía, es un profesional y nos empieza a poner videos y fotos suyas en el portátil y así se nos hace la espera mucho más entretenida. Esto no tiene mayor relevancia de no ser porque, por fin, se me va a conseguir lo de la nocturna. Y es que entre pitos y flautas, después de haber saldado deudas en el centro de buceo, ya que ya no vuelvo por allí, me dejan en el hotel a las seis y diez, diciendo que me pasan a buscar a las seis y media. Con esto se me ha estropeado el masajito de pies que me iba a dar, qué se le va a hacer… En este tiempo tan escaso intento resucitar la cámara, pero no hay manera.
Para la inmersión nocturna me llevan, junto con dos alemanes en luna de miel, al Jetty, el sitio donde he hecho ya otras dos. En esta ocasión también es de infantería. Nos dice Ludo que no vamos a estar 60 minutos que inmersión, aunque tengamos aire, que solamente 50… Sí, sí… 75 minutos debajo del agua, y seguíamos. No se hizo larga para nada, superentretenida, viendo cosas continuamente, peces rana, hoja, pulpos, cangrejos, langostas… ay, lo que eché de menos la cámara… Y se acabó, casi sin darme cuenta, ya no hay más buceo. Me despido del guía y del chofer en el hotel, donde me dejan a las nueve y media, hora a la que ya no queda más tiempo que ir de cena (para variar, al New Queen) y preparar algo de maleta. 

Adela, en este momento, que es la primera vez que la veo desde el desayuno, me cuenta qué tal su excursión con Dewa, el guía. Ha ido a ver el pueblo de Penglipuran, y su bosque de bambú, luego al monte Batur y por último al templo madre Besakih. De todo ello ha hecho muchas fotos.















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