24 septiembre 2011

12-08-11 El último día en Cuzco


Este era el último día en el Cuzco, así que decidimos aprovecharlo bien. Tras desayunar opíparamente en el hotel (un buffet espectacular, por si no lo había dicho), nos dirigimos al museo de arte del arzobispado. Está situado en un edificio antiguo, de época española, con varios patios a los que se abren las habitaciones que componen el museo. La figura característica es el Arcángel Arcabucero, tema repetitivo hasta más no poder. El museo está bastante bien, y la colección de pintura al final del recorrido, del indio nosécuantos nos gustó. La capilla está recubierta de pan de oro, y aunque nada que ver con la capilla del Rosario, en Puebla, era muy digna de todos modos.

Nuestra siguiente parada fue el museo de Santa Catalina. Pertenece al convento del mismo nombre, que todavía está en activo con 13 monjas (la más joven debe superar los 80…). La Iglesia está bien, con un montón de cuadros, alguna figura de la Virgen, y con la reja de la clausura donde se pueden ver (a veces) a las monjas. El Museo está interesante. Lo que más me llamó la atención fueron los dioramas.
Yo, en general, tengo fijación con los dioramas. Me encanta hacer fotos a esas representaciones que intentan trasladar al espectador imágenes cotidianas. En el 99% de los casos no dejan de ser muñecos cutres con escenas bizarras… Pero aquí no. Los maniquís de las monjas (en este caso eran maniquís y no muñecos) eran hasta guapos, con los labios pintados y sonrientes… Vamos, igualitas a las indígenas que se ven por la calle… Hasta la que posaba en el velatorio dentro del ataúd estaba así… Muy conseguido. Dejando de lado este aspecto el museo es interesante. Las celdas de las monjas se han utilizado hasta hace poco (los años 60) y las condiciones no son muy cómodas. También hay cuadros importantes y en general merece la pena…
Después de esa visita nos acercamos al mercado municipal, un mercado de verdad, no de artesanía. Estaba lleno de gente local haciendo sus compras. Todo muy ordenado y limpio. Las frutas desprendían unos olores estupendos. Nosotros nos medio paramos en la zona de los zumos, por el colorido de las frutas apiladas, y por las llamadas de las "zumeras". Así que no nos quedó más remedio que picar y tomarnos uno. Menudo campano nos prepararon, recién hecho, y se podía repetir!! Estaba riquísimo. 



Como habíamos quedado en ir a recoger las chompas al lado del hotel a las dos, y ya se nos había hecho casi la hora, para allá que nos fuimos. Llegamos a las dos y cuarto y nos dijeron que todavía no estaban, que esperáramos hasta las tres y media. Ante esa espera nos dispusimos a comer dentro del mercado. Chicharrones de pollo, riquísimos. Y por supuesto una rica Cusqueña negra para acompañar. Aprovechamos también para mirar algo más. A las tres y media nos dijeron que todavía no habían llegado, que esperáramos otra hora. Aquí ya nos dedicamos a recorrer los puestos para comprar los regalos que nos faltaban. A las cuatro y media nos volvimos a pasar… La cosa ya se iba poniendo de color hormiga... Llamó la chica por teléfono y nos dijo que en veinte minutos estaba su madre allí. Entonces aprovechamos para ir al hotel a dejar las compras. Era solamente cruzar la calle. Aprovechamos para colocar un poco las cosas en las maletas porque al día siguiente volábamos a primera hora. A los tres cuartos de hora volvimos, y seguía sin estar. Volvió a llamar por teléfono y dijo que en veinte minutos ya iba a llegar su madre. Entonces fue cuando yo empecé a hablar con palabras esdrújulas, pero claro, sin poder hacer nada porque las cosas no habían llegado.


Finalmente a las seis de la tarde (cuatro horas más tarde de lo acordado) le dimos un ultimátum de cinco minutos, diciendo que o estaban en ese tiempo, o que se quedaran con ellas. Según lo dijimos, apareció la mujer toda apurada con las prendas. Ahí fue cuando ya estallé y le dije de todo menos guapa. Menos mal que Adela estaba muy contenta con el trabajo. Lo que más me molestó fue el no poder encargar una para mí. Si hubieran estado a las dos de la tarde habría quedado tiempo para hacer la mía, pero a estas horas no.
Con lo cual, ya de morro todo el día. Yo cabreado por las cosas que no habíamos visto (y por quedarme sin chompa) y Adela sin atreverse a abrir la boca para no cabrearme más…
Nos fuimos a un museo de la fundación BBVA que yo tenía ganas de ver y que resultó ser un fracaso. Nos cobraron una pasta por entrar y luego había cuatro cosas dentro, bastante mal explicadas. Los comentarios eran del estilo: pieza del siglo IV. Aquí el artista obviamente ha querido representar las olas del mar… (¿???). En el folleto de la entrada ponía que era el primer museo en explicar las cosas desde el punto de vista del artista… Bien. Y cómo sabían los pensamientos del alfarero del s. IV??? En fin, una ruina… Si lo llego a saber no vamos.


Luego fuimos a comprar otra chompa a la que Adela había echado el ojo, pero ya estaban casi todas las tiendas recogidas. Así que calle arriba, calle abajo, finalmente encontramos una abierta en la que se pudo comprar una que le gustó y que le queda estupendamente.
A mi se me había ido pasando el cabreo (más o menos) sobre todo al ver a Adela disgustada de verme disgustado a mi… Ains…
Así que de vuelta al hotel acabamos cenando en una hamburguesería regentada por un hombre agobiado al tener dos clientes y no dar abasto… Tardó bastante en traer la hamburguesa, rato en el cual estuvimos disfrutando de uno de los bombazos de la temporada: La Perricholi, una telenovela ambientada en época colonial, con el virrey como malo malísimo intentando ligarse a la perricholi… Un éxito de crítica y público.
Y ya, sin más tiempo, al hotel que al día siguiente había que madrugar (la última madrugada, que ya en Lima fue de otra manera…)

1 comentario:

  1. la primera foto vale millones!!!

    "A mi se me había ido pasando el cabreo (más o menos) sobre todo al ver a Adela disgustada de verme disgustado a mi… Ains…" que bonito es el amor...

    Viva la perricholi!

    ResponderEliminar