Después de un rico y abundante desayuno en el hotel, salí a disfrutar del frescor mañanero de Cracovia. Como el hotel está justo frente a la puerta de San Florián, eso fue lo primero que vi. Bueno, ya la había visto la noche anterior cuando llegué, pero no estaba a esas horas como para pararme a hacer fotos.
La atravesé hasta llegar a los restos de la barbacana, muralla que protegía la antigua ciudad. Seguí este camino porque había localizado una oficina de cambio cerca. Siempre me gusta llevar algo de efectivo en moneda local, aunque luego no haga falta.
Como el centro histórico lo iba a visitar más a menudo decidí recorrer la parte externa del Stare Miasto siguiendo los jardines que lo rodean. Mi primera parada fue la iglesia de los carmelitas, o de la Visitación de la Virgen María de la Arena (traducción propia).
No me dio tiempo a mucho más, ya que a las 10:30 tenía el free tour (ya sabemos que de free no tienen nada) por el barrio judío, reservado a través de Walkative. Te dicen que si grupos reducidos, pero seríamos cerca de treinta personas. El punto de encuentro fue la Vieja Sinagoga. En el tour recorrimos el cementerio Remuh, la plaza Nowy, la sinagoga Tempel, el pasaje que aparece en la película de la lista de Schindler, cruzamos el río por el puente del padre Bernatek hasta llegar a la Iglesia de San José, para terminar en la plaza de los héroes del guetto sobre la una de la tarde. Aparte del frío reinante en esa mañana de diciembre, te quedas helado al reflexionar sobre lo salvaje que puede ser el ser humano. Y aunque el tour me gustó, no me acabó de convencer por lo excesivamente politizado de las explicaciones. Dejémoslo ahí, que no me quiero meter en berenjenales.
Ya por mi cuenta volví a cruzar el mismo puente anterior para volver al barrio judío y aprovechar para ver la basílica del Corpus Christi. En la plaza Wolnica habían instalado un pequeño mercado navideño, donde tuve que vencer la tentación de tomar un chocolate caliente pero no me pude resistir al vino caliente que me supo a gloria. También me pasé de nuevo por el pasaje de Schindler, para sacarlo sin gente.
Luego ya me fui al caso antiguo para comer. El sitio elegido fue el Czarna Kaczka/ Black Duck, bastante recomendado, y donde haciendo honor a su nombre tomé un pato que estaba estupendo. A esas horas el mejor plan para acabar de entrar en calor era volver al hotel al reposo del guerrero. Tenía entrada a las 19:30 para un concierto de piano de Chopin y, como las entradas las había comprado cuando mi madre pensaba venir al viaje, me acerqué un poco antes para ver si me podían devolver el importe de la suya. Me dijeron que escribiera un correo a una dirección y a los pocos días me lo acabarían devolviendo. El concierto, reservado a través de la página https://cracowconcerts.com/ me gustó mucho.
A la salida ya solo quedaba darse una vuelta por el gran mercado navideño de la plaza del mercado y comprar algún regalito para la familia (siempre les cae el típico imán).

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