13 abril 2016

19 y 20-03-16. Despedida de Ishigaki, reunión con el grupo y primeros entrenamientos.



El sábado 19 es un día absolutamente de transición. Me toca madrugar para recoger mi equipo, que me lo entregan totalmente seco. De vuelta en el hostal mato el tiempo haciendo la maleta y poco más. Salgo a comprar algo para comer, y me doy cuenta que está lloviendo bastante. En un momento que para decido irme ya al aeropuerto a pesar de que queda mucho para mi vuelo, ya que para tener que estar esperando, me da igual un sitio que otro. Además el hostal lo están limpiando y me da cosa estar por allí. Facturo la maleta sin problemas, a pesar de que el límite son 20 kg. y yo llevo 21. En el rato de espera me echo una cabezadita en unos sofás muy cómodos que hay por allí… ya podían aprender el resto de aeropuertos… Tanto el vuelo, la recogida de equipajes y el traslado al hotel se hacen sin nada que reseñar. Y justo en la puerta del hotel ya me están esperando el Ru, Aitor y Cristina. Tras dejar la maleta nos dirigimos a la estación de Ueno, a ver si encontramos al resto de grupo. Vemos a Alberto, que nos dice, no puede ser de otra manera, que están en la parte superior de la estación cenando. Como es lógico, están muertecitos de la paliza del viaje, ya que ellos acaban de llegar. Despierto la envidia de más de uno al enseñar las fotos de buceo en el móvil. Tras picar algo nos dirigimos al primer kaiten sushi, y luego, paseando por el barrio, sábado por la noche, descubrimos que es un poco pintoresco.
Al día siguiente toca madrugar, ya que a las nueve empieza el entrenamiento de Someya, con quien yo no había entrenado antes. Por ello quedamos a las siete y cuarto en la estación de Ueno. Este señor tiene la particularidad de que es muy técnico, y que manda parar a mitad de clase para tomar apuntes. Y a continuación, el primer entrenamiento con el abuelo, quien no para de realizar técnicas durante todo el rato. 



Como viene siendo tradicional nos acercamos al Saizeriya a comer, donde nos atendieron bastante rápido a pesar de ser un grupo tan numeroso.
Todavía quedaba mucho día para disfrutar, así que nos dirigimos directamente a Harajuku, donde se dio tiempo libre a la gente. La mayor parte se dirigieron a la calle principal, Takeshita Dori, pero Aitor y yo nos acercamos al Parque Yoyogi, con la esperanza, al ser domingo, de ver a los famosos rockers japoneses. Tenían una de las puertas de acceso cerrada, y tuvimos que dar un buen rodeo. Cuando llegamos se estaba haciendo ya de noche, así que tras estar un rato mirando a una extraña pareja que tocaba swing, ella con un saxo pequeñito y él con una guitarra nos volvimos a Takeshita Dori. Ahí estuvimos un rato en el Daisho, el todo a cien que ocupa cuatro plantas, y luego no pude aguantar la tentación y después de varios años aguantando, piqué con un crêpe relleno de chocolate y helado. Me supo riquísimo.
Como en este rato ya se había hecho noche cerrada nos acercamos a una de esas zonas que merece la pena ver de noche, que es Shibuya. De nuevo se dio tiempo libre para que la gente callejeara por su cuenta. Lo primero que hicimos, tras la visita a Hachiko de rigor, es subir al Starbucks que hay en el famoso cruce. Yo esto no lo había hecho nunca y estuvo curioso. No hace falta pagar, se puede subir por detrás.


Después Aitor y yo nos dirigimos a localizar un edificio con una exposición de dos famosos pintores, que él tenía interés en visitar la semana que se iba a quedar solo. Luego ya nos dimos una vuelta por el barrio, sin entrar en ninguna tienda, viendo las luces, la música y la gente.
De vuelta en Ueno nos acercamos a cenar donde se iba a convertir en nuestro cuartel general, de nuevo al Kaiten sushi.

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