08 febrero 2013

16 de diciembre de 2012. Visitas pendientes y despedida


Nuestro último día en Dubai. Nos planteamos volver a intentar la excursión al desierto, pero nos lo planteamos poco. Habíamos quedado un poco desilusionados, y pensamos que podíamos rematar el viaje viendo las cosas que nos habían quedado a medias. Tampoco habíamos hecho compras para traer a casa, así que decidimos que ya habíamos visto desierto en otros sitios y que no merecía la pena.
Lo primero que hice fue ir a ver a mi amiga del coche, que allí seguía con su cara de seto la pobre. Entregué el coche sin problemas, y de vuelta al hotel nos cogimos un microbús gratuito que nos llevaba a la playa directamente. Como llegamos varios microbuses a la vez tuvimos que hacer una pequeña cola para pagar la entrada, no demasiado cara, podríamos que decir que simbólica. Éramos todos extranjeros, la mayor parte rusos o de por allí. La playa estaba bastante bien, yo había querido ir para hacer fotos del Burj al Arab, que creía que pillaba al lado, pero aunque se veía, no estaba cerca. Además el día estaba con un poco de neblina, así que me quedé en la sombra mientras mi madre se metía en el agua, solo hasta las rodillas. Estuvimos un rato charlando con un matrimonio alemán, que había vivido veinte años en Valencia, y fue un rato agradable. 


Tras una hora de estar en la playa nos acercamos a una de las asignaturas pendientes: el monorraíl Jumeirah, así que nos cogimos un taxi directamente hasta allí. En esta ocasión el tren no se adelantó. Los que nos tuvimos que adelantar fuimos nosotros, porque había un batallón de chinos, y tuve que hacer el aguililla para coger la primer puerta y tener las mejores vistas. Es un tren automático, sin conductor, de modo que las personas que van delante del todo tienen una buena perspectiva. Solo tiene una parada, y es al final del recorrido en el Atlantis, el hotel de cinco estrellas donde cenamos de buffet la segunda noche. Si se va a ver solamente lo que es el recorrido en el tren no merece la pena cogerse un billete de ida y vuelta. Con sacarse el de ida y no salir de la estación es suficiente. Nosotros, como teníamos el 2 x 1 del Entertainer nos salía mejor coger de ida y vuelta, así que salimos a darnos un paseo. El monorraíl éste va por el “tronco” de la palmera, y yo pensaba que se verían las “ramas”, pero a pesar de que va bastante elevado prácticamente no hay perspectiva. Como digo, nos dimos un paseo por los alrededores del hotel, vimos el parque acuático desde afuera (con poquísima gente) y era curioso ver los trajes de baños de las musulmanas, con pañuelo incorporado…



Nos volvimos en el siguiente tren, y desde allí cogimos un taxi que nos llevara a la parada de metro, ante lo que no nos puso muy buena cara. Y en metro nos dirigimos al Dubai Mall. El día que habíamos estado allí no habíamos visto prácticamente nada. Lo primero que hicimos fue ir a comer, esta vez en el Ribs & Rums, que nos metimos unos solomillos espectaculares. Luego anduvimos por la zona de lujo, donde se nota que las alfombras son mejores, y los baños ni te digo, con hasta sillones de cuero para esperar, estuvimos buscando la cascada con los saltadores, el hall de las mariposas… Volvimos a ver el acuario que nos había gustado tanto el primer día, nos tomamos un helado… Todo eso mientras hacíamos tiempo para ver el espectáculo de las fuentes otra vez. Pero debieron tener algún problema, porque en la primera y en la tercera “actuación” la música no sonó. Aun así estuvo bien para empezar a despedirse. Como a las siete cogimos el autobús que nos llevara a la parada de metro, pero así como a la ida va directo, del metro al mall, a la vuelta hace un recorrido eterno, y si contamos además con que era hora punta, tardamos casi una hora en llegar al metro. Si hubiéramos ido andando hubiésemos tardado menos de la mitad, bien es cierto que por zonas de obras y no muy bien iluminadas.




 
Ya en el hotel nos dirigimos al zoco textil, a ver si hacíamos alguna compra para la familia, y casi en la primera tienda que vimos, que el chaval era espabilado, entramos y al final compramos unas pashminas y unos cojines. Aunque era nuestra última noche no nos quedó más remedio que cambiar un poco más de dinero, que con tanta compra nos lo habíamos gastado todo y teníamos que cenar… Para cenar escogimos el sitio en el que comimos el primer día, estaba muy cerca y nos había gustado bastante. Así que terminamos prácticamente como empezamos.
Como resumen del viaje he de decir que me gustó bastante, es un buen lugar para una escapada, ni larga ni corta. Si hay suerte de coger una buena oferta en avión, allí uno no se gasta tanto dinero como puede parecer. Eso sí, una vez conocido, no creo que repita. Hay sitios a los que te gustaría volver y otros pues como que no. Y este es uno de los que no.

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