08 diciembre 2025

09-12-2024. Iglesia de la Santísima Trinidad y vuelta a casa.

Como tenía el vuelo a Bruselas a las 13:30 quería salir hacia el aeropuerto sobre las once, pero aún me quedaba algo de tiempo para una última visita. Así que me acerqué otra vez a la iglesia de la Santísima Trinidad para ver el claustro, que me había quedado pendiente.




Ahora sí que ya se había terminado el tiempo. Después de despedirme de la plaza del mercado, me compré un bocata para comer en el avión, y vuelta para casa sin ningún incidente. Lo bueno de tener el coche es que no andas con el agobio de si llego tarde y pierdo el tren.

07 diciembre 2025

08-12-2024. Museos varios, basílica de Santa María y minas de sal de Wieliczka.

Tenía la entrada para visitar el museo de nombre impronunciable (Czartoryskich) a las diez y veinte, así que a primera hora estuve haciendo tiempo un rato visitando, cómo no, la plaza del mercado, en un día desapacible que no invitaba mucho a pasear, y haciendo un primer intento infructuoso a la iglesia universitaria de Santa Ana.






A la hora prevista entré a este primer museo, que me sorprendió bastante. La joya del museo es el cuadro de Leonardo llamado la dama del armiño. Leonardo debió pintar solamente cuatro retratos de mujer, el más famoso el de la Gioconda, y este es otro de ellos. Me costó bastante tiempo encontrarlo porque la arquitectura del museo es un poco enrevesada, pero cuando lo vi me gustó mucho más de lo que imaginaba. Lo había visto en foto veinte veces mientras preparaba el viaje, pero tenerlo de verdad frente a mí, estando yo totalmente solo en la sala del cuadro, me emocionó. Aparte de esta obra, el museo tiene un poco de todo.









Como la entrada para el siguiente museo, el colegio Maius, la tenía para las dos de la tarde, trasteando en el google maps vi que en los bajos del mercado estaba la entrada a otro museo que en principio no me había llamado la atención, el de Rynek subterráneo. Es un museo interactivo y didáctico, lleno de familias con niños, sobre el origen de la ciudad de Cracovia, que me resultó bastante interesante.



Sin mucho más que hacer, y previo segundo intento a la iglesia universitaria de Santa Ana, aunque antes de la hora a la que tenía la entrada, me acerqué al Colegio Maius, donde me dejaron pasar sin problema. Otra vez estuve solo. En este sitio es donde estudió Copérnico. Se visitan un par de salas y ya está.





Por fin, a la salida de este colegio, pude visitar la iglesia famosa.


Todavía me quedaba una de las visitas “obligatorias” que hacer en Cracovia, y que por la mañana no había podido hacer ya que estaban en misa. Pero ahora que era mediodía ya estaba disponible la basílica de Santa María. La gente se intentaba colar por la “entrada de rezar”, pero el personal que trabajaba allí era estricto, nada de fotos desde esa zona. Por 3.5 € al cambio, creo que merece la pena pagar la entrada y verla en condiciones. 







Como ya había visto todo lo que tenía pensado y todavía me sobraba la tarde, me senté tranquilamente en un banco de la basílica, que para eso había pagado la entrada, y saqué la entrada para visitar las minas de sal de Wieliczka, fácilmente accesibles en tren desde Cracovia. De camino a la estación encontré la hamburguesería M22, donde repuse fuerzas antes de seguir con la jornada.


Al llegar a Wieliczka el ambiente era de película de miedo, yo solo, con una niebla del demonio… así que me encaminé a las minas donde sorprendentemente no hacía frío. Había leído opiniones contradictorias de esta visita, pero a mí me gustó bastante. Nos llevaría casi tres horas.













Ya de vuelta a la ciudad, hice un último paseo por el mercado navideño. Esta era mi última noche en Cracovia.



06 diciembre 2025

07-12-2024. Visita al castillo, escapada a Tarnow y concierto de música de cámara.

Una de las cosas que más me llamaron la atención de Cracovia es el fervor religioso de la gente. Casi a cada hora, en cada iglesia, hay misa. Y siempre están llenas. Por lo que hay que organizarse bien para poder entrar. Alguna la conseguí ver al tercer intento, que ya la daba por perdida.

El plan para hoy, siempre improvisando sobre la marcha, era acercarse a la zona del castillo. De camino paré a visitar la iglesia de San Pedro y San Pablo, donde me percaté de un anuncio para un concierto de música de cámara que habría esa misma tarde.




Justo al lado se encuentra la pequeña iglesia de San Andrés, que me gustó mucho.


Desde aquí ya me encaminé a la zona del castillo de Wawel, donde, a pesar de ser bastante temprano, ya había riadas de gente. El hecho de que en esta época, a estas latitudes, los días sean tan cortos, hace que la gente intente aprovechar las horas de luz. A las cuatro de la tarde ya era de noche. Aquí en el castillo es donde más gente me encontré. Entré en la catedral, subí al campanario, pero las vistas no resultaban demasiado atractivas. Sin guía que me diera alguna explicación, o sin tener ningún contexto, no supe sacar partido a esta zona.









Cuando estuve preparando el viaje miré para hacer alguna excursión fuera de Cracovia. La más típica es al campo de concentración de Auschwitz, pero no tenía yo ganas de revolverme. Y siguiendo buscando encontré el cercano pueblo de Tarnow, a tres cuarto de hora en tren. Así que para allá que fui. Me acerqué a la estación de Cracovia, donde me hice un pequeño lío para entrar. Eso hizo que por un par de minutos perdiera el tren a Tarnow. Como había que esperar una hora para el siguiente tren, y aunque fuera bastante temprano para mí, aproveché para comer en un sitio de comida al peso en la misma estación. Finalmente a las dos y media llegué a Tarnow. De tiempo efectivo real de visita estaría poco más de una hora, pero creo que sí me mereció la pena acercarme, ya que estuve totalmente solo en todo el recorrido. Visité la iglesia de la Sagrada Familia, justo al salir de la estación, y luego me acerqué al centro, un cuarto de hora andando. Allí vi la plaza del mercado, los restos de la antigua sinagoga y la basílica de la natividad de la Virgen María. Un paseillo por las calles aledañas, y de vuelta a la estación.













Al llegar a Cracovia, en lugar de bajarme en la estación central, me bajé en Kraków Grzegórzki, una parada antes. Como salí tan contento del concierto de Chopin el día anterior, se me había antojado también ir al concierto que había visto anunciado por la mañana, y esa parada me venía mejor. Por el camino entré en la iglesia de la Santísima Trinidad, que me gustó bastante, y donde volvería el último día para visitar el claustro, que a estas horas estaba cerrado.


Bueno, pues el concierto fue totalmente decepcionante. Estaba indignado de que se atrevieran a cobrar por semejante truño. Entre otras cosas anunciaban las cuatro estaciones de Vivaldi, y solamente tocaron la primavera (¿y las otras tres?), iban fuera de ritmo, alguno desafinaba. Un desastre. Un gancho para turistas en toda regla bajo la apariencia de un programa conocido. Cuando ya no aguanté más me fui, a mitad de concierto. Además hacía un frío que pelaba, por mucha manta que te dieran al entrar para ponerte en las piernas. En fin, menos mal que las vistas nocturnas de la plaza del mercado me alegraron un poco la vuelta.