Otra vez en ruta con la mochila
al hombro. Iba a pasar tres noches fuera para luego volver al mismo hotel, así
que me guardaban la maleta.
El Kumano Kodo es un camino de
peregrinación, o más bien varios caminos. Está hermanado con el Camino de
Santiago, de tal manera que si cumples una serie de requisitos y además llevas
la credencial de haber completado el Camino de Santiago, de ten el certificado
de peregrino dual. En mi caso los requisitos eran visitar los tres santuarios
principales (Hayatama, Nachi y Hongu) y recorrer la parte del camino entre
Hoshinmon Oji y Hongu Taisha, unos 7 km. aproximadamente.
Aquí empezaba a funcionar el pase
que había comprado días atrás en Tokyo, así que tras desayunar en el hotel, a
las ocho de la mañana cogía un tren camino a Shingu.
Al llegar a Shingu estaba
lloviendo, y no lo dejaría en todo el día. Paré aquí porque había escrito a las
oficinas de turismo, tanto de Shingu como de Nachi, preguntando por la
credencial de peregrino, y estos fueron los primeros que me contestaron, y de
una manera muy eficaz. Además me aseguraron que abrían los domingos (este día
era domingo).
La Oficina de Turismo está junto
enfrente de la estación de trenes y como suele ser norma en Japón, la atención
fue excelente. Me dieron la credencial, y como los horarios de los buses eran
un poco reguleros me acerqué andando al Hayatama Taisha. El propio chico de la
oficina me dijo sonriendo que llegaría antes que en el bus.
Como estaba lloviendo me compré el típico paraguas de vinilo, que me traje de vuelta a casa. La temperatura era agradable y la lluvia daba un ambiente chulo.
Volví a la estación igualmente andando, y sin mucho tiempo para nada, cogí el tren hasta Nachi. Aquí en Nachi sí que me tocó estar esperando un buen rato hasta coger el bus que me llevaría a Nachi Taisha. Aproveché para comer una mierda de patatas fritas en bolsa con sabor a ramen, por la que me clavaron 500 yenes, ya que aquí no había, para mi desgracia, el habitual conbini para comprar onigiris.
El trayecto en bus llevó unos diez minutos hasta llegar a la parada de Daimonzaka. Quería ir un ratito andando, y esta es la parte típica que se suele hacer. Es una cuesta no demasiado pronunciada, en medio de un bosque que me gustó bastante.
Lo que ya no me gustó tanto es que al llegar al santuario, después de terminar la cuesta, tienes que seguir subiendo un montón de escaleras. Tengo la manía, que me pegó mi padre, de ir contando escalones. Al llegar a 250 dejé de contar. Y todo el rato lloviendo. Es como el chiste ese de uno que se va a vivir a Finlandia y ve la nieve el primer día con toda ilusión, y después de llevar seis meses todos los días con nieve ya no le hace tanta gracia. Pues así con la lluvia. Después de deambular por los distintos santuarios de arriba, por fin llegué a la típica estampa.
Desde aquí bajé para ver la cascada desde la parte inferior, pero no me entretuve demasiado, ya que pasaba el autobús, y si no, me tocaba esperar otra hora.
En el camino de vuelta tardamos bastante más, ya que estaba medio cortada la carretera por una carrera popular. Además estaba jarreando. Tanto es así que en el templo donde salía y llegaba la carrera, al pasar por el autobús, vi a unas mujeres con el vestido típico del Kumano Kodo, y a pesar de que estaba a cinco minutos andando de la estación, no me quise acercar de lo que llovía.
El plan para este día ya estaba completo. Solo quedaba volver a Shingu, esta vez en bus, donde tenía el alojamiento. Una casa con tres habitaciones en la que no había nadie atendiendo. Me volví un poco loco hasta encontrar la mía, y eso que las otras dos estaban ocupadas. Después de cenar okonomiyaki, a dormir, que al día siguiente también había que madrugar.
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