Otra vez nos ponemos en viaje. Como el vuelo me salía a las 8:25 de la mañana, tuve que hacer noche en Madrid el día anterior. Después de un vuelo de un par de horas, llego a Frankfurt. Llevaba como equipaje de mano una mochila con el equipo fotográfico, que me permitiera moverme con más libertad que una maleta de cabina.
El aeropuerto de Frankfurt está bastante bien comunicado con el centro de la ciudad, y en pocos minutos me encuentro en la plaza Römerberg, donde se encuentra el ayuntamiento junto con otras edificaciones pintorescas.
El poco tiempo que me quedaba lo dediqué a la ópera, y a un pequeño parque que había detrás.
Por fin, a las cinco y media de la tarde cogí de nuevo el metro al aeropuerto, dispuesto a seguir ruta hasta Shanghai. La parada en Frankfurt me había merecido la pena.
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