Decidí darle una segunda
oportunidad a Ishasha. Mientras, Adela se quedaba descansando en el pedazo de
habitación que nos habían dado, después de tantos días durmiendo en tiendas.
Esta habitación, en la que lo que más valoramos fue el tener el baño y la ducha
dentro de la habitación. Bueno, es un decir, porque la ducha estaba al aire
libre y era una gozada ducharte viendo los árboles alrededor.
Como digo, mientras Adela se
quedaba, yo, aprovechando que las entradas duran 24 horas desde la hora de
compra, y como dos días antes en la puerta de entrada del QENP donde las
compramos se habían dormido, tenía hasta las 8:30 de margen para ver lo que
pudiera. Así que a las 7:00 ya estaba esperando a entrar. Me fui directo a la
charca que habíamos visto el día anterior, que era donde parecía que pudiera
haber más animación. Y así fue, mientras amanecía los distintos pájaros iban
apareciendo. Como el día anterior había sido algo decepcionante, pasé aquí la
mayor parte del tiempo, que tampoco era mucho. Vi bastantes cosas nuevas e
interesantes.
Rozando el larguero sobre la hora límite volví al lodge para desayunar. Nos lo tomamos con calma, ya que no nos quedaba más que recorrer los 90 km. que nos separaban de nuestro destino final para esa noche, el Ruhija Community Rest Camp. Una tarea que en principio se antojaba bastante fácil. Como dicen ahora. Spoiler: Tardamos cinco horas.
Después de echar gasolina y
volver a cambiar dinero (qué rápido se va), el primer tramo por la pista de
tierra no lo hicimos mal. Pero cuando quedaban unos 30 km. el gps nos hizo la
madre de todas las pirulas, que aún no sabemos por dónde llegamos a nuestro
destino. Además, como es zona montañosa, las carreteras, más bien caminos, eran
chungos. Con espacio para apenas un coche, a un lado la montaña y al otro lado
el valle, sin ninguna protección, con unos baches tremendos, pasamos, dicho
finamente, algo de apuro. Y con el recuerdo reciente de habernos quedado
atrapados en un hoyo. Además, de vez en cuando, el gps perdía la señal. Tanto
es así que nos hacía dar vueltas en círculos. Menos mal que me di cuenta de que
por uno de los cruces ya habíamos pasado. Preguntábamos a la gente que veíamos
por el camino, y ni papa de inglés. Daba la impresión de que estábamos en una
zona bastante remota. Preguntábamos ¿Ruhija? Y nos decían: Sí. Y yo, pero sí
qué. Por dónde? Hacia adelante o hacia detrás? Y ellos otra vez. Sí.
Más por azar que por acierto, en
uno de los desvíos el gps por fin pilló una cobertura algo más fiable y después
de dar muchas vueltas y atravesar un poblado salimos a una carretera algo más
principal, que ya no perdimos hasta que llegamos al alojamiento. Llegué
verdaderamente agotado, sobre todo mentalmente.
No voy a decir que al ver el
alojamiento se me pasaron todos los males, pero sí que se aliviaron bastante.
Aunque para llegar a nuestra habitación había que bajar algo de cuesta, las
vistas desde la misma, que daban a la selva, merecían totalmente la pena.
Pudimos ver un montón de pájaros que no había visto todavía, y también una
especie de mono nueva, que se dedicaba a robar comida de la cocina.
Después de descansar un rato nos dimos un paseo por la calle que es el pueblo. Daba la impresión de que está construido exclusivamente para servir de alojamiento por el cercano punto de encuentro para ver a los gorilas. Como es un sitio relativamente turístico, aprovechamos a comprar algún regalo en las tiendas de souvenirs que había. Y luego nuestra anfitriona, Cyria, nos ayudó a, por fín!!!, activar nuestra tarjeta de teléfono. Llevábamos más de una semana de viaje tirando con bastante éxito de la wifi de los alojamientos, pero después de habernos quedado tirados, el contar con un teléfono nos daba seguridad.
Se notaba que estábamos en la zona de los gorilas de montaña, porque en cuanto se puso el sol, bajó la temperatura bastantes grados. Tanto que a la hora de cenar nos encendieron la chimenea. Y después de un rato de charla con Cyria nos fuimos a dormir, ilusionados por cómo sería el encuentro del día siguiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario