Después de desayunar cuando
todavía era noche cerrada, para aprovechar las horas de luz, y después de
volver a recorrer el camino de cabras que llevaba del campamento a la
carretera, llegamos a la entrada del Murchison Falls National Park. Los trámites
allí fueron sencillos. Apuntas tus datos, la matrícula del coche, pagas la tasa
correspondiente (en este caso 40 dólares por persona y día), y para adentro.
Este parque nos pareció bastante
sencillo de recorrer. No tiene demasiados caminos, y no tiene demasiados
desvíos. O eso, o fuimos unos inútiles y no los supimos encontrar. Así que una
vez que pillas un camino, lo sigues durante kilómetros y kilómetros. En seguida
comenzamos a ver bastante fauna: elefantes, kobs de Uganda, búfalos, bastantes
jirafas…
Después de dar todas las vueltas
que pudimos sin conseguir ver el ansiado leopardo, se nos hizo la hora de
acercarnos al muelle desde donde salen los barcos, a las dos de la tarde. Como
llegamos con bastante margen para reservar y pagar, aprovechamos para comer
unos bocadillos.
Antes, por lo visto, había que
cruzar el río con unas barcazas, pero ahora han hecho un puente que lo facilita
todo bastante. Tras pagar los 32 dólares por persona que cuesta el crucero, nos
ponemos en marcha. Por esta zona del río Nilo se grabó La Reina de África.
Elegimos un barco más grande, en lugar de una canoa. Preferíamos estar un poco
más a gusto y podernos mover, aunque las canoas se acercan más a los animales
de las orillas. Cuando abrieron el bar, pensaba yo que sería como el crucero de
los borrachos, pero no, solamente nos tomamos una cerveza. Durante el trayecto
vimos bastantes hipopótamos, pájaros, elefantes, cocodrilos, búfalos… El guía,
un chico joven al que prácticamente nadie hacía caso, iba explicando
curiosidades de cada una de las cosas que veíamos. Nuestro objetivo eran las
cataratas Murchison, pero bastante antes de llegar a aproximarnos la fuerza de
la corriente era tan grande, que no permite al barco avanzar más. Las ves de
lejos, pero te haces una buena idea de la magnitud. La vuelta, que tarda menos
por aprovechar la dirección del agua, se hace por la orilla contraria. Y como
colofón final, supongo que todos los días estarán en el mismo sitio porque
fueron a por ellos a tiro fijo, unos bonitos colobos blancos y negros, los
primeros que veíamos en el viaje.
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