Otro día que nos levantamos bien
pronto para aprovechar el día, ya que tenemos traslado hasta Hoima, donde
dormiremos. Así que toca traer las maletas a cuestas desde la última cabaña.
A las siete ya estábamos en la
puerta del parque, a la hora a la que abren, y tratamos de buscar caminos
alternativos a los del día anterior. Pero como ya digo, no había demasiados
desvíos. Un par de veces nos metimos en caminos que después de recorrerlos
durante un rato, aparentemente no tenían salida, así que nos tocaba dar la
vuelta.
Después de un par de horas dando
vueltas, nos acercamos a ver las cataratas desde arriba. Estaban arreglando la
cuneta de la carretera, y lo hacían a mano, dando el cemento con la llana.
Cuando llegamos allí se nos pegó el típico chico que quiere hacer de guía, pero
a pesar de acompañarnos todo el trayecto, no fue demasiado pesado. Quitando
otra pareja, estuvimos solos. Si el día anterior vimos cómo la fuerza del agua
no dejaba acercarse al barco, esta vez lo podíamos contemplar desde bien cerca.
Después de esto no nos quedaba
más remedio que enfilar hacia la salida, ya que teníamos unas cinco horas de
trayecto hasta Hoima. En la puerta nos sellaron el justificante de salida, y
aprovechamos para comprar muy barato un polo de la UWA, la Autoridad de Vida
salvaje de Uganda. Sin más, abandonamos el MFNP, sin suerte con el esquivo
leopardo.
La carretera de camino a Hoima
la estaban asfaltando. Cuando terminen va a quedar una carretera elegante, pero
de momento era un recogedero de polvo. Por supuesto que los chinos andan detrás
de esta obra. En este trayecto el gps nos hizo la primera de las pirulas, que
no tuvo mayor importancia. Nos metió por unos caminos perdidos de la mano de
Dios, buscando absurdamente el trayecto más corto (no el más rápido). Nos
sirvió para pasar por algunos poblados algo apartados de la carretera, y por
tanto menos desarrollados, que cuando pasabas con el coche te miraban como
diciendo, qué hará este por aquí. Al final siempre acabábamos saliendo a la
carretera principal. Se me ha olvidado comentar que a la entrada y a la salida
de cualquier población, por pequeña que sea, y en el medio, si es medianamente
grande, hay unos badenes que más te vale cogerlos con cuidado, porque si vas un
poco rápido sales volando. Así tienen los coches de allí la suspensión.
Después de todo, esta carretera no
fue mala, lo único el polvo. Finalmente llegamos al alojamiento, el Kon-Tiki
hotel, el sitio más caro de todos los del viaje, y que realmente no lo merecía.
No estaba mal, pero estuvimos mucho mejor en los otros. Perdido al final de un
callejón, totalmente fuera de sitio respecto a los edificios que lo rodeaban,
lo que más me gustó fue el jardín, donde había un montón de aves, e incluso
algún mono. El poco tiempo de luz que nos quedaba aproveché para hacer las
fotos que pude.
El hotel estaba frecuentado por
bastantes indios, las mujeres vestidas con el sari. Aprovechamos para mandar
ropa a la lavandería, pero nos cobraron bastante. Como siempre, cenamos allí
mismo, en esta ocasión, una pizza. Y a la cama pronto, que al día siguiente
volvíamos a tener carretera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario