Todo
el mundo dice que el ver más o menos animales en el Kruger es cuestión
de suerte. Y yo creo que en
este viaje hemos tenido bastante suerte. No iban a ser todo desgracias
de aeropuertos. Y así, según salimos, comenzamos a ver elefantes, a los
que poco a poco iba perdiendo el miedo (el respeto no), jirafas, rinos y
más rinos y alguna cosa pequeña…
Los
elefantes los veíamos cada vez más cerca, e incluso seguimos a una
familia hasta un depósito de agua.
Todos intentaban beber, pero los más pequeñajos no llegaban. Una de las
madres empezó a echar agua al suelo, pero era imposible. Hasta que
armándose de valor, el elefantito cruzó la carretera (parece el título
de un cuento) y bebió de un sitio más accesible.
Como a las doce paramos a estirar las piernas en Afsaal, pero no mucho tiempo. Seguimos con kudus, avutardas,
más rinos (ha sido sin duda el viaje de los rinos), más elefantes bloqueando la carretera…
Así
nos íbamos acercando a Lower Sabie. Hasta que en una de las carreteras
de tierra nos para un coche y
nos dice que un kilómetro más adelante hay una familia de wild dogs
descansado junto a la carretera. Para allá que fuimos rápidamente.
Pasamos un rato muy entretenido. Era la primera vez que les veíamos.
Un poco más adelante, al salir ya a la carretera asfaltada, dos elefantes peleándose. Daba miedito. Y más
cuando el que ganó se puso a destrozar un árbol, que lo hizo astillas en dos minutos.
Ya
nos quedaba poquito para llegar a Lower Sabie. Yo le iba contando a
Adela que según dicen es una de las
mejores zonas para ver felinos. Al poco vemos una gran aglomeración de
coches, señal inequívoca de algo interesante. Efectivamente, un gordo
montado en una furgoneta grande nos dice que hay tres leones comiendo un
kudu que acababan de cazar. Nosotros, pacientes,
esperamos que se retire para poder ver la escena. Saca un bocadillo y
se lo come. Luego saca una bolsa de doritos y se la come. Mientras iba
indicando, están justo aquí abajo. Ya, majo, pero si no te quitas
nosotros no vemos nada… Cuando ya sacó el paquete
de galletas, después de más de un cuarto de hora esperando sin ver
nada, dijimos, a ver si este listo dentro de un rato le ha dado la gana
moverse, porque se ha hecho fuerte aquí y no hay manera, que no está
solo en el parque… y tiramos a hacer el check in
para no dejarlo hasta el final.
Después
de tomar posesión del alojamiento salimos para dar otra vuelta con el
coche. Vimos los ground hornbill
(aunque en la foto no se ve demasiado bien) y alguna cosilla más, y
como a las cinco y media, que había casi anochecido, llegamos al sitio
donde estaban los leones. Quedaban dos coches y nos pusimos a placer. El
espectáculo mereció la pena.
Nos recogimos pronto, que al día siguiente teníamos que madrugar. Había morning walk.
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