Puntual
a las 7:30 en el centro de buceo, tras un desayuno sano y natural, nos
preparamos para la primera inmersión. El mar estaba bastante tranquilo, pese a
las previsiones que había leído. Por lo menos esta vez no tuve agujetas en los
brazos de ir aferrado pensando que me iba a caer en cualquier momento. El
trayecto se hizo un poquillo largo, 45 minutos, a pesar de ir viendo por el
camino ballenas jorobadas, alguna bastante cerca. Y luego el buceo estuvo bien
sin más. Cada vez se vuelve uno un poco más exigente.
Para
comer lo hice en el propio alojamiento, una ensalada de cangrejos recién
comprados al pescador, con mango y un montón de cosas más, un buen perolo que
me supo estupendo. Aquí ya empezamos a notar los cambios en los horarios,
porque tenía que estar de vuelta en el centro de buceo a las 13:30 para hacer
la segunda, después de haber comido, así que empezamos a las 12:30. Esta
inmersión fue cerquita, apenas diez minutos de trayecto, y en esta ocasión me
gustó más que la primera.
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