Después
de tomar un rico desayuno casero nos fuimos andando a dar una vuelta por el
mercado de artesanías del pueblo, esperando que se hiciera la hora en que nos
pasaran a buscar para hacer el paseo en barca. Lo hicimos con Shakabarker, de quien
había leído buenas críticas. Puntuales nos pasaron a recoger. Luego seguimos
recogiendo gente por los distintos alojamientos, hasta que llegamos al
embarcadero. Nos explicaron un poco la historia del parque, Isimangaliso, la
extensión, lo que podíamos ver, y nos pusimos en marcha. Lo primero fueron unos
cocodrilos, y luego, cada vez que veíamos algo, se paraba y te explicaba lo que
era. Fue bastante similar al sunset cruise que hicimos hace dos años por el Zambeze,
salvo que en este no había alcohol y vimos bastantes más animales.
Francamente,
el parque nos sorprendió mucho para bien. No esperábamos ver tantas cosas. Nos
fuimos metiendo por los distintos loops, disfrutando con lo que iba
apareciendo. Lo primero fueron unos rinos, y en seguida waterbacks, kudus,
facoceros. Además el paisaje cambiaba de continuo, fue un paseo muy ameno.
Llegamos
a Cabo Vidal bastante tarde, allí ya no quedaba ni el tato, se estaba haciendo
de noche, así que la vuelta la hicimos sin parar salvo para tomar alguna foto
del atardecer.
Salimos del parque casi al límite, y tiramos carretera arriba a nuestro alojamiento, en Mkuze, fuera del parque, para entrar pronto al día siguiente. El sitio se llamaba African Spirit Game Lodge, un nombre muy sugerente. Sin yo darme cuenta estaba situado dentro de una reserva privada. Había programado mal el gps, y cuando llegamos a destino allí no había nada. Venga a dar vueltas para un lado y para otro, por caminos de tierra oscuros, sin una triste luz, perdidos de la mano de dios… hasta que saco la reserva para mirar el teléfono y que me dieran indicaciones, y veo que ponen directamente las coordenadas. Así ya llegamos directos, después de casi una hora dando vueltas a lo tonto. El alojamiento era muy chulo, una casa con salón y dos habitaciones para nosotros solos. Que como no teníamos otra cosa que hacer nos vino muy bien para rehacer maletas, empaquetando lo que ya no íbamos a usar, y ordenar un poco el coche.
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