La
actividad que teníamos reservada, el Bird walk, no empezaba hasta las 9, así
que no hizo falta madrugar mucho. Disfrutamos de un buen desayuno en la
naturaleza.
A
la hora prevista nos acercamos a recepción. En la puerta esperaba un grupo de
unos 15 franceses mayores. Le pregunto al guía si es el Bird walk y me dice que
no, que es el Bush walk, y que están esperando a dos personas. Pregunto en
recepción por mi grupo y me contestan que es el que está esperando fuera. No,
no, no… el de fuera es el Bush walk y el mío es el Bird walk. Y el de
recepción, pues es el que hay. Y yo, pues he pedido específicamente el Bird y
no el otro (en otras circunstancias me hubiera dado lo mismo, pero era un grupo
demasiado numeroso y no nos íbamos a enterar de nada). Y el de recepción, pues
espera que llamo por teléfono. A los cinco minutos se me presenta uno, que dice
ser el gerente del invento, y que como he pedido el bird walk, me lo van a dar,
que en seguida llega el guía. Sí señor!, esto es la manera de solucionar los
problemas.
Llega
nuestro guía y dice que primero nos vamos a dar una vuelta por el campamento.
Lo primero que pensé es, vaya ful, para dar una vuelta andando por aquí mismo,
ya lo hago yo… Este pensamiento duró unos tres segundos, lo que tardó el guía
en señalarme un pájaro carpintero un par de árboles delante de nosotros y que
de otra manera me hubiera pasado totalmente desapercibido.
A continuación, una
abubilla africana, seguido de una oropéndola… y así de continuo un buen rato.
Era graciosísimo ver cómo imitaba el canto de los pájaros… Oyes uno que suena
como grsgrsgrs? Y otro que hace pripripripri?, Adela y yo nos partíamos…
Al
cabo de una hora nos dice, ahora vamos a coger el coche para ir viendo pájaros
por el camino. Nos llevó a una charca que estaba bastante seca y allí vimos
alguna cosilla más.
De
vuelta al campamento dimos otra pequeña vuelta buscando uno en concreto que no
habíamos visto, y allí nos metió por todos los lados, lavandería, cocina, casas
del personal… hasta que apareció.
Nos
gustó la experiencia. Lo que hicimos después fue dar una pequeña vuelta con el
coche por el parque. Justo al salir del campamento, que Adela estaba todavía
fuera del coche, cerrando el portón de entrada, pasan dos rinos a escasos cinco
metros. Qué chulo, totalmente inesperado.
Esta
pequeña vuelta no nos llevó demasiado tiempo. Luego volvimos a la charca que
hay frente al restaurante, donde estuvimos un buen rato viendo el paisaje.
Con mucha tristeza nos tuvimos que despedir, teníamos que llegar a Santa Lucía y no tenía muchas ganas de conducir de noche. Al igual que la otra vez, Hlane nos gustó mucho.
Con mucha tristeza nos tuvimos que despedir, teníamos que llegar a Santa Lucía y no tenía muchas ganas de conducir de noche. Al igual que la otra vez, Hlane nos gustó mucho.
Llegamos
a Santa Lucía sin más problemas, el cruce de frontera se hizo rápido. El gps
nos metió por un “camino alternativo” entre plantaciones, de noche cerrada, no
se veía un clavel, pero fueron pocos kilómetros. Este gps hacía lo que quería
algunas veces. Se inventaba caminos que estaban cerrados o te metía por
carreteras de tierra. Al llegar a Santa Lucía nos dirigimos al alojamiento, y
vimos que estaba cerrado. Llamamos al timbre y nada. Esperamos un rato, y nada.
Había dos números de teléfono en la puerta, así que llamamos a uno de ellos y
nada, apagado. Llamamos al otro y por fin contestan. Oye, mira, que estamos
aquí en la puerta, que tenemos una reserva… Uy, si para hoy no tenía reservas,
estás seguro? Sí, sí, seguro, Marlin Lodge. Y cuando has hecho la reserva? Hace
más de tres meses… Qué raro, bueno, en cinco minutos estoy allí.
Efectivamente,
se presenta la señora y empieza a comprobar la reserva… pues es que a mí no me
la han pasado, ni me suena el apellido… Pues es que no tengo nada… Y empieza a
llamar por teléfono. Soy fulanita, del Marlin Lodge, tienes sitio?,Ah, vale,
gracias. Llama a uno, a otro, a otro… cada vez que termina suelta, oh, my god…
Hizo unas quince llamadas, entre ella y el marido, hasta que el final nos
acoplaron a otro alojamiento. Nos acompañó con su coche, habló con la otra
dueña y nos dijo que no nos preocupásemos de más, que sentía todas las
molestias. Al principio estaba un poco mosqueado, pero luego entendí que
tampoco la señora tenía la culpa. Como el nuevo alojamiento estaba bastante
bien, así quedó el tema.
Salimos
a cenar por Santa Lucía, a una franquicia llamada John Dory’s, estuvo bastante
bien. Pero se nos hizo tarde, y casi nos cierran, hinchando globos les dejamos.
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