Último
día de excursiones. Este es el día que añadimos a mayores por haber “juntado el
martes dos días”. Estos sitios están cerquita de Yerevan, y se pueden hacer
tranquilamente una mañana.
Y
curiosamente, pese a verlos el último día del viaje, cuando en teoría ya estás
cansado de ver siempre un poco lo mismo (quizás esa sea la gran pega de un
viaje a Armenia), a mi madre fueron de los que más le gustaron.
Estos
dos monasterios están también cerca el uno del otro, junto a una falla en el
terreno, como se suele decir, en un marco incomparable. Y es que como siempre
comentamos, una cosa es que los antiguos pobladores fuesen primitivos, y otra
cosa es que fuesen tontos.
Parece
obvio, pero primero vimos el primero y a continuación vimos el segundo.
Por
momentos el cielo se abría y se cerraba con la inevitable lluvia, pero a estas
alturas ya lo comentábamos como una anécdota más. Este día realmente no nos
deslució las visitas.
Tras
los monasterios nos fuimos al monumento al alfabeto armenio. Nos acercamos para
las fotos de rigor, pero al hacerlo, sin darnos cuenta nos metimos en el barro
que se había formado de todas las lluvias. Estuvimos casi más tiempo
quitándonos el barro de los zapatos que viendo el monumento en sí.
Total,
que llegamos de vuelta a Yerevan como a la una de la tarde. En este momento se
produce el malentendido del viaje (en todos hay uno) y es que cuando me dijeron
por teléfono el presupuesto para esta excursión yo les entendí una cantidad (lo
hicimos sobre la marcha con el cambio de los días), pero cuando hay que pagar
resulta ser más del doble. Así que pedimos que nos lleven a la agencia para
aclarar el tema. Finalmente tenemos que pagar la cantidad que nos piden (que
era la que figuraba en su página de internet) y no la que yo había entendido
(por otro lado absurdamente barata). Pero bueno, la cara de tonto no te la
quita nadie, cuando tú esperas pagar un precio y resulta que es otro. Tuvieron
el detalle de hacernos un pequeño descuento.
De
vuelta al hotel y tras despedirnos de Mary (acabamos realmente encantados con
ella) salimos a ver el museo de Historia. En Yerevan hay otros museos, pero yo
solamente tenía interés en este. El del genocidio armenio ni se me pasó por la
cabeza visitar. Habíamos visto algo del tema el año anterior en Irán, en el
barrio armenio de Isphahan y son cosas que te revuelven el estómago.
Así
que de nuevo a nuestra conocida plaza de la República, donde tras
pagar la entrada de rigor, entramos en el museo, habiendo tenido que dejar en
consigna todos nuestros bártulos, ya que desafortunadamente no dejan hacer
fotos en el interior.
El
museo nos gustó bastante. De prehistoria tiene una colección buenísima y
completísima. El problema es que muchas de las explicaciones solamente están en
armenio. Cuando llega la parte de historia contemporánea y claro, del
genocidio, ya sí que se preocupan de ponerlo en inglés. Y digo yo que lo
podrían haber puesto en todo el museo, como si el resto no le interesara a la
gente.
Nos
tiramos nuestras casi tres horas, así que se nos habían hecho las cinco de la
tarde cuando fuimos a comer, más cerca de su hora de cenar (entre seis y siete)
que otra cosa. Afortunadamente justo frente al hotel encontramos un sitio no
demasiado caro.
Pasamos
la tarde tranquilamente, casi haciendo hora para la cena. El único sitio que
visitamos fue el mercado del oro, que son una serie de tiendecitas pequeñas,
con los modelos de los anillos en plástico. Están en varios pasillos angostos y
no invitan demasiado a comprar. Son casi más talleres artesanales que tiendas
de joyas.
Así
que sin más nos volvimos al hotel a preparar la maleta.
Solamente
nos quedaban unas horas la mañana siguiente, antes de que viniera el chofer
para llevarnos de nuevo al aeropuerto. Horas que aprovechamos para hacer, no
las últimas compras, sino casi las primeras. Y qué mejor sitio que acercarnos
de nuevo, al igual que el primer día, al Vernissage, que casi no pudimos
disfrutar por la lluvia. Nos le recorrimos de arriba abajo y de abajo a arriba,
y casi sin darnos cuenta se nos hizo la hora de abandonar este país, como digo
siempre, ya pensando en el siguiente viaje. Este fue el único
día que no nos llovió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario