Amaneció por fin nuestro último día en Roma, y aunque cogíamos el avión
a las tres de la tarde, todavía nos daba tiempo para hacer alguna visita
importante. Desde la parada de metro de Barberini nos dirigimos a la Basílica de San Pablo
Extramuros. Para nosotros es una de las mejores de Roma, por el entorno, la
decoración y la tranquilidad.
La visita nos llevó un poco más de lo que habíamos previsto, porque nos
encontrábamos muy a gusto y nos daba pena irnos. Hicimos alguna comprita en la
tienda de souvenirs del propio templo. Pero ya no nos quedó más remedio que
ponernos en marcha, y de nuevo en metro enfilamos hacia la plaza del Popolo, el
último hito que tenía marcado en el planning para estos días. Entramos en la Iglesia de Santa María del
Popolo, que da nombre a la plaza, pero celebrando bautizos y no pudimos verla
en condiciones.
Ya solo nos quedaba deambular por la plaza, disfrutando del ambiente
unos breves momentos, antes de regresar al hotel, pasando de nuevo por la plaza de España, para recoger las maletas,
camino al aeropuerto.
Habíamos pensado volver en el
Sit Shuttle Bus, que sale de Termini, por su precio más asequible, pero al
llegar nos encontramos que los billetes hay que comprarlos con antelación, y
cuando quedaban dos personas delante de nosotros en la cola, se llenó el
autobús y nos quedamos a verlas venir. Si ocurre esto, no queda más opción que
tren o taxi. En nuestro caso, compartimos taxi con otras dos personas, ya que
para cuatro sale más económico que el tren.
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