Alguna vez nos tenía que pasar. Según salgo
del garaje en el coche de mi hermano, que me lleva a la estación de trenes, me
llaman por teléfono de Qatar Airways que si he visto en las noticias que el
aeropuerto de Bali está cerrado por no sé qué volcán. Dos alternativas me dan:
o me retrasan la salida tres días al lunes, o me llevan a Jakarta. Espera,
espera, como? Me tendrás que dar otra alternativa, y qué hago yo ahora con los
hoteles y demás reservas… que yo voy a bucear, y si no buceo para qué voy… A
todo esto, sin haber recogido a Adela en su casa… Quedo en llamarla en un rato,
pasamos a por Adela y le cuento sobre la marcha. Mi hermano me apremia: venga,
que a este paso pierdes el tren. La pregunta es si me sigue mereciendo la pena
coger el tren… pero sí, adelante… la aventura es la aventura!
En el tren, camino de Madrid llamo a la gente
de Benthos Bali para informarles de la situación, escribo al guía, escribo al
hotel, y empezamos a buscar qué podemos hacer dos días en Jakarta. Ya en
Madrid, en el mostrador de facturación nos vuelven a decir lo que hay, pero no
queda otra, así que en marcha. El vuelo a Qatar es muy cómodo. El espacio entre
asientos es grande, yo creo que el mejor en el que he volado. Viendo películas
de Marvel, ni me entero. Dos horas de escala en Qatar, donde vemos en las
pantallas que efectivamente el vuelo a Denpasar se ha cancelado, y partimos
rumbo a Jakarta. En este nuevo vuelo parece que hemos cambiado de compañía,
pero no es así, seguimos con Qatar, pero el avión no tiene nada que ver con el
otro. Espacio escaso e incómodo, y eso que el vuelo es más largo. De alguna
manera me las apaño para dormir un poquito de las ocho horas y media de vuelo.
Llegamos a Jakarta y emprendemos el plan de
marcha perfectamente establecido en el avión. Lo primero, cambiar dinero. No
mucho, que el cambio es bueno. Lo siguiente, comprar una tarjeta de móvil
indonesia, con datos, para tener acceso a internet. Y ahora, a preguntar cómo
está la situación en Bali. Aeropuerto abierto desde las doce del mediodía. O
sea, que hubiéramos podido volar. En fin. Pregunto qué compañías vuelan esa
misma tarde, y nos acercamos en el transfer a otra terminal. All full, sir,
today and tomorrow. Me cagüen… Nos acercamos de nuevo a la primera terminal,
con otra compañía. Se repite la situación. Se me acercan dos amigos, que me
venden billetes para Bali para esta misma tarde, salimos en tres cuartos de
hora… uy, qué mala espina, Y los billetes? En la agencia. Uff, no me fío un
pelo. Nada, lo intento otra vez, para pasado mañana. Vuelvo al mostrador de la
compañía y me dice la chica, espere un momento, que sí, que nos quedan dos
vuelos para mañana… tomaaaa. Bueno, solamente hemos perdido un día.
Así que ya cogemos un taxi hacia el hotel que
hemos reservado por internet, en el móvil, en el tren. Luego nos daremos cuenta
que el taxista nos tangó en el precio, como era de esperar… Habíamos cogido dos
noches, que finalmente serán solamente una. Tras un rato de reposo en el hotel
salimos a cenar un cacho. En la misma calle del hotel hay un montón de
puestecitos, pero eso iba a ser una inmersión demasiado brusca en el cocina
local, así que optamos por un restaurante como tal, no unos toldos en la calle.
Al rato de estar allí sentados aparece un teclista y se pone a tocar música en
directo, y la gente va saliendo a cantar, tipo karaoke pero con música en vivo.
Pasamos un rato bastante agradable. Hace bastante calor y humedad, pero se
puede soportar.
No nos queda más que volver al hotel a
descansar, y a esperar que el jet lag de cinco horas no nos afecte demasiado.
Tras una noche de dormir más o menos, ya
amanece el día 12. Después de desayunar nos dirigimos durante el par de horas
que tenemos a explorar un poco la ciudad, ya que uno de los monumentos más emblemáticos
lo tenemos a cinco minutos andando: el Monumento Nacional. Está dentro de unos
jardines, pero no deja de ser un pirulo con una escultura de una llama en su
parte superior. Nada impresionante, por lo menos desde fuera. Vemos que hay
bastante gente haciendo cola. Un par de horas, nos dicen dos amigos que nos
quieren hacer de chófer, taxi, guía…
Tras recorrer los jardines nos acercamos a
la mezquita Istiqlal, que está justo en la esquina. Demasiado grande y
demasiado moderna para mi gusto. Tanto, que ni hacemos intento de entrar. Según
el mapa, detrás de la mezquita está la catedral, y para allá que nos
encaminamos. Obviamente construida por un arquitecto holandés a finales del
XIX, está llena de gente, dentro y fuera, celebrando misa. Contrasta con el
vacío de la mezquita. Claro que es domingo.
El paseo ya nos ha dejado cansados, sobre
todo la humedad y el bochorno, y como ya se nos ha hecho la hora, volvemos al
hotel a recoger las maletas camino del aeropuerto. El taxi en esta ocasión nos
cobra menos de la mitad que el del día anterior. Facturamos las maletas sin problema,
y al cuarto de hora, cuando estamos esperando para pasar el control, me escribe
un whatsapp Vanessa, la chica de Benthos. Que si todo va bien. Y yo, sí, por?
Algún problema? Pues es que esta mañana ha estado cerrado el aeropuerto otra
vez. Pero si acabo de facturar y no me han dicho nada! Pues esperemos que haya
suerte.
Deambulamos por el aeropuerto y pasa la hora
de embarcar y allí no llaman a nadie. Pregunto en un mostrador, y el aeropuerto
de Bali lo han vuelto a cerrar y no se sabe qué pasara, que esperemos una hora.
A los tres cuartos de hora me acerco otra vez a pegar la oreja, por si me
entero de algo, y me dicen que ya está abierto otra vez, pero que tenemos que
esperar media hora para embarcar. A ver si de esta va la vencida…
Efectivamente, en un rato nos llaman y salimos corriendo, no vaya a ser que se echen atrás. Una vez
montados en el avión todavía nos queda esperar una hora, porque hemos perdido
el slot de salida. Y ya por fin despegamos, y en poco más de hora y media
llegamos a Denpasar. Allí nos están esperando los chicos de Benthos. Todavía
nos queda otra hora y media de coche al hotel, pero esto ya nos da igual, hemos
llegado y es lo que importa. El hotel, alucinante. Si la habitación más barata
es así, cómo serán las caras… Se deja todo preparado que al día siguiente toca
madrugar.
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